Un estimado columnista se preguntó recientemente en este mismo periódico “¿quién es un líder de opinión?”. Y recordó los editoriales de Rafael Herrera. Así también vienen a mi memoria los de Germán Ornes o de Aníbal de Castro, la columna de Cuchito Álvarez, los artículos del padre Robles Toledano o las denuncias de Rafael Molina Morillo y Freddy Gatón Arce desde “¡Ahora!”.
Es verdad que entonces los medios impresos influían más que en esta era digital, pero los lectores buscaban esas opiniones para orientarse, más que determinar el origen del dinerillo subterráneo que tanto ensuelve a muchos periodistas de hoy.
A veces hay síncopa mediática: se detecta aquello por los silencios o carambolas… Mientras hace unas décadas muchos honorables periodistas concitaban el respeto del público, hoy hasta los que siguen siendo serios sufren el ludibrio que puede significar el abuso de las redes sociales por imprudentes o cagatintas.
El público y los dueños deberían re-descubrir cuánto mejor es contar con periodistas honestos y capaces que con farandúlicos logreros ensimismados y desacreditados.