No hace falta ser vidente para saber que estos meses serán intensos y convulsos previos a las elecciones de mayo. Cada cuatro años se intensifica el tiempo, salvo que nosotros como país vivimos en campaña política toda la vida. Se comprarán más votos, aumentará el clientelismo, alianzas, acuerdos tras bastidores, promesas de puestos en el aparato gubernamental, conseguir lo indecible contar de perpetuarse en el poder y la solución a todos nuestros eternos problemas que ningún gobierno ha solucionado.
Llevamos 16 años de gobierno peledeísta sin visos de cambio. La oposición no representa a la gran mayoría de la sociedad que desmemoriada y decepcionada se debate entre un bipartidismo añejo y prostituido y muchos se abstendrán, dado el triste panorama electoral, a la cita del 16 de mayo.
El PRM es el “renovado” PRD y por eso digo lo de bipartidismo. A los aún pequeños grupos políticos emergentes les falta solidez, pero significan cierta “esperanza” en una sociedad desesperanzada.
Nos espera una subida de impuestos, otro “paquetazo fiscal”, pero después de las elecciones. Es lo de siempre, subirán los impuestos más de lo que ya están, pero a la población el Estado continuará sin garantizarle los servicios básicos que todos merecemos. Aquí pagamos como borregos a un Estado que nunca, desde la muerte de Trujillo, garantiza la luz, el agua, recogida de basura, la justicia, seguridad ciudadana y salud pública de calidad.
A estos avatares eternos, añado, por supuesto, nuestra paupérrima educación pública. Hablar de educación, como le gusta al presidente Danilo, no es solo alfabetizar y construir escuelas, sino mejorar la calidad de la enseñanza de quienes imparten educación y quienes la reciben.
Y ni hablar del falso Poder Judicial que ampara la corrupción de los gobiernos peledeístas, de jueces amañados y sentencias manipuladas.
En ese sentido, nos esperan cinco meses de clientelismo salvaje, en el que los partidos políticos festinarán RD$1,700 millones, así como usted lo ha leído, para sus amarres y compra de conciencias tanto en el Ejecutivo como en el Congreso, donde se lleva a cabo el mercado más grande de compra y venta de votos y reelección más caro del continente, y me atrevo a decir que del mundo.
Todos esos millones de pesos a los bolsillos de estos vividores mientras los hospitales públicos carecen de todo lo necesario, las cárceles sobrepobladas, los cañeros rogando por sus pensiones, la basura en cada esquina y muchas familias sin lo esencial para comer y vivir.
En definitiva, a este país es necesario cerrarlo y refundarlo nuevamente con una certera transformación del sistema político.