Entre gastos de publicidad, pago de entradas, apuestas y lo que recibió cada boxeador (200 y 100 millones), la pelea entre Manny Pacquiao y Floyd Maywather manejó alrededor de 1,000 millones de dólares (44,810 millones de pesos).
Mientras los fanáticos celebran la astronómica suma de dinero derrochada en un show tan ridículo, propio de los tiempos del Coliseo romano, uno se pregunta, ¿a esto es que llamamos civilización?
Mil millones de dólares para ver a dos hombres fajarse a las trompadas (que finalmente fue un fraude) es un absurdo, si se toman en cuenta todas las cosas útiles que se pudieron haber hecho con menos de esa cantidad.
Según las estadísticas de la Unicef, cada día en el mundo mueren 19,000 niños por causas evitables, de los cuales, ¡óigase bien!, un tercio de ellos (6,400) fallece por hambre.
¿Acaso no es un insulto, un nocaut a la conciencia, que en pleno siglo XXI muera un ser humano por hambre?
Si asumimos como ciertas las cifras de Unicef, tenemos que en los 52 minutos que duró la “pelea” murieron de hambre por lo menos 230 niños. Es como si con cada puñetazo de Pacquiao al cuerpo de Maywather fulminara un niño.
Y si la vida de un niño no le conmueve, piense usted en las cosas positivas que se pueden hacer con mil millones de dólares y que no se hacen precisamente dizque por falta de recursos.
Son de las cosas absurdas de un sistema que todo lo prostituye, todo lo convierte en mercancía, en negocio espurio, incluso, la poesía, el teatro y, por supuesto, el deporte.
Y lo peor es que a los turpenes que manejan el negocio, que no son Manny ni Floyd, no les basta con que el mundo “se paralice” mientras dura el show, ni con las horas/salivas gastadas en este tema y los espacios en la prensa, a ellos solo les interesa el dinero, y poco les importa que la “pelea del siglo” no haya sido más que un engaño para millones de fanáticos a quienes han manipulado de tal modo que les interesa más este show de mal gusto que la suerte de miles de seres humanos que cada día caen noqueados por el hambre.
Definitivamente, aún estamos lejos de la civilización, y así será mientras prime el interés sobre el amor y la solidaridad.