Nobleza

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Nobleza

Ana Blanco

Que actúa de buena fe, sin ninguna maldad o doble intención. ¿Conocen a alguien así? Esta es la definición literal de una persona noble.

Yo conozco a una en particular que cada día me motiva a parecerme a ella. Pero el otro día me dijo algo que me entristeció: “No encajo, no encuentro mi lugar”.

Y qué razón debe tener. Qué difícil es para quienes actúan de buena fe, sin maldad, encontrar respuesta en un entorno en el que estas virtudes pasan desapercibidas. Y no porque sean lo común, sino todo lo contrario, porque su ausencia cada día es mayor.

Quise contestarle, animarle, decirle que no pasa nada, que encontrará su lugar, que será capaz de seguir siendo noble y encajar. Pero no pude.

Este camino lo tiene que andar sola, darse cuenta que tiene que estar alerta, que no todo el mundo es como ella y que en ocasiones debe juzgar a los demás no como ella es, sino en el otro extremo, para defenderse, aprender y seguir fiel a sí misma con un bagaje emocional que se lo permita, sin que se sienta así, sola, incomprendida y deseando cambiar para encajar.

Quiero pensar que es parte de su proceso de madurez, que logrará permanecer anclada en su esencia pero al mismo tiempo sabrá discenir cuándo ser precavida y dejar a su nobleza descansar.

Sé que debería ser al revés, que en estas palabras debería enaltecer que todo el mundo fuera noble, pero la realidad es distinta y aún cuando siempre abogo por los valores positivos, también es cierto que hay que crear resiliencia y capacidad de manejo de todo aquello que es negativo.

Hasta el día en el que quizá, la nobleza se convierta en el objetivo de muchos y no de unos pocos.



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