Tuvo razón el asesor del presidente que, al ser consultado sobre prohibir la reelección, le advirtió: “Nadie te lo va a agradecer, porque la gente que te sigue piensa que es una traición pues debiste continuar, más con una amplia mayoría (…) y oposición nunca te va a reconocer nada en ese sentido”.
Para mí, reeleccionista de tradición balaguerista, nunca ha sido comprensible que la amplia mayoría del PRM en el Congreso, su control de la “justicia independiente” y la gran popularidad que le dio el triunfo en 2024, no hayan servido para las grandes reformas necesarias para continuar progresando y fortaleciendo el imperio de la ley y la democracia.
El lunes Abinader dijo que su reforma constitucional de 2024, que limita la reelección presidencial consecutiva, es una garantía para la estabilidad democrática.
Sin embargo, a mi juicio es más dañino para la estabilidad y la democracia el desbarajuste interno del PRM por las apetencias desbocadas de algunos aspirantes, tres o cuatro muy buenos y los demás muy malos.
Ninguno, ni los buenos ni los malos, serían mejores candidatos que Luis. Y esa certeza alienta la incesante maquinación de la oposición, muy creída por su propia propaganda. Mientras tanto, los leonelistas (léase Félix Bautista, Díaz Rúa y demás…) creen seguro que vuelven al Palacio por cuarta vez mientras Luis no puede procurar un tercer merecido período. Pero ustedes saben, ¡vivo equivocado!