Pero cualquiera que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed, sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Juan 4:14
Un encuentro para un cambio. Cristo, luego de un jornada cumpliendo con sus obligaciones del Padre, se detiene en un pozo de agua, porque tenía sed. Vemos la humanidad de él.
Pero sucede que en ese preciso momento llega una mujer samaritana a buscar agua. Jesús y ella comienza na tener una conversación muy franca, Jesús muestra su amor y misericordia y ella confiesa sus pecados.
El agua que yo le daré, nunca más tendrá sed. Jesús le ofrece la mayor riqueza que hombre o mujer puedan recibir, es el perdón de Dios.
Nuestra vida puede estar en lo más profundo de abismo, pero en Dios hay un eterno perdón a través de su Hijo Jesucristo.
La gracia de Dios vendrá sobreabundante cuando hay un corazón arrepentido le entrega su corazón a Cristo y aparecerá un gozo que será real en su vida como ríos de agua viva.
Jesús le dijo a esta mujer que el agua que le da “será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”.
En él muestra que el verdadero cristianismo no es principalmente una cuestión de rituales y ceremonias, sino más bien hay un cambio hacia dentro de tu ser, entablando una relación personal con el Dios vivo.
Salte para vida eterna. Hay una semilla que es insertada en el corazón del que cree, que es el principio produce un cambio de muerte a vida, que nos conecta con la vida eterna, donde el Espíritu Santo viene a morar en su vida. Ven a las aguas que Cristo ofrece, pues no tendrás sed jamás.