El Gobierno se movió ayer por la zona fronteriza del país. La opinión pública, que sigue muy de cerca el curso de las relaciones bilaterales entre los dos países que pueblan la isla, está muy dividida, y no es para menos.
Existe una corriente que podríamos calificar como “patriótica”, inspirada más que nada en razonamientos y sentimientos históricos que nos remontan a los tiempos de las luchas independentistas y las heroicas acciones de los próceres creadores de la república.
Por entendibles razones, quienes así piensan son partidarios de posiciones radicales, aún a costa de resultados extremos que no dejen lugar a dudas de ningún tipo.
Por otra parte, están los más moderados, apegados a las normas diplomáticas y a la prudencia, que aconsejan aferrarse al diálogo, aún este conlleve la necesidad de hacer concesiones no del todo simpáticas.
La misión oficial que ayer recorrió la zona fronteriza, encabezada por el Canciller y el Ministro de Industria y Comercio, parecía inclinarse por ésta fórmula.
Nosotros pensamos que no debe descartarse ninguna de las dos posiciones: sin desmedro del indeclinable respeto que debemos a los símbolos patrios y la memoria de nuestros héroes, debemos también actuar con inteligencia y cautela, para beneficio y felicidad de todos.
Como dice el refrán: cedamos hasta cierto punto, pero “no tan calvo que se nos vean los sesos”.