En Los Alcarrizos no quieren más promesas, sino que terminen la Línea 2C del Metro
Apenas eran las 5:55 de la mañana de un lunes cualquiera. Estamos justo a la entrada del municipio Los Alcarrizos, donde Gustavo, trajeado y perfumado, se mueve impaciente de un lado a otro en la hilera de pasajeros que, como él, intentan abordar un autobús de transporte público para llegar a su trabajo en el centro del Distrito Nacional antes de las 8: 00 a.m.
«Yo sigo esperando que amplíen estos vagones, porque aquí ya no cabemos»
Pero muchas veces a esa hora apenas van por el kilómetro 9. Para entonces, ya el traje de Gustavo ha perdido hasta el filo y el perfume se mezcla con otras fragancias y el olor a sudor de algunos compañeros de viaje.

Tras ver desfilar durante treinta minutos varios autobuses de las rutas 27 A, B y C repletos de personas, finalmente Gustavo, quien ve que las agujas del reloj giran en su contra, logra obtener un espacio en la puerta de una oxidada y descolorida guagua cuyos pasajeros van como «sardinas en lata».
En el interior de la guagua, en la que va subiendo la temperatura conforme pasa el tiempo, los pasajeros comentan entre ellos la necesidad imperante de la conclusión de la Línea 2C del Metro de Santo Domingo.

«¡Ya por fin logramos salir del tapón de adentro de Los Alcarrizos! Ahora nos falta que el chofer rompa brazos antes del kilómetro 14 para que no nos agarre el otro tapón. Esto es todos los días lo mismo, uno se levanta a las 4 la mañana y comoquiera llega tarde, de nada sirve el teleférico y la OMSA si el lío grande está en la Autopista Duarte, y esta gente ponen fecha y fecha, y nada de terminar el bendito Metro«, exclama impotente Ramona López, quien todos los días se traslada desde el sector Pueblo Nuevo hasta la avenida Abraham Lincoln.
El conductor, un hombre alto, de manos con callos y ceño fruncido, hace maniobras y rebases arriesgados a los demás conductores que se enfrentan al primer nudo de vehículos registrado en la autopista, entre ellos, los estacionados en la misma entrada de Los Alcarrizos, incluidos vehículos oficiales a la espera de los empleados de la administración pública.
