¡No, ministro, no!

¡No, ministro, no!

¡No, ministro, no!

Renaldo Bodden

Sujeto a ser desmentido, y hasta repudiado, porque todo se barajó en intercambios verbales, debo informar que era Andrés Navarro, el ministro de Educación, la figura seleccionada para presidir el Comité Organizador del XLII Torneo de Baloncesto Superior del Distrito Nacional.

Es un recurso que se utiliza para promover la figura del incumbente en un ambiente tradicionalmente sano dirigido hacia una población mayormente joven, y para abrir algunas puertas con fines de lograr respaldo económico.

Pues bien, el día que Navarro daría el “sí” alegó -y con cierta razón- que tenía algunos casos públicos que resolver en su “revolución educativa” y que no tendría el tiempo suficiente para disponer de una buena organización de la justa basquetbolística.

Ante el cambio de señas, y la premura, con una fecha anunciada (21 de marzo), el ministro de Deportes, Danilo Díaz asume el puesto como un doliente directo de ese evento, en el que ha estado involucrado desde otras posiciones.

Quizás se dejó autosorprender en su buena fe en su afán de no dejar que el baloncesto capitalino vuelva a caer después de dos años en alta, amén de dar respaldo a un hombre de su afecto como Fernando Teruel, quien se estrena como titular de la Abadina.

Del básket distrital he sido fanático, comentarista de radio y televisión, periodista a tiempo completo, productor de programas antes y después de los juegos, co-constructor de un suplemento y una revista, en fin, he sido un aliado permanente, y ahora quiero que Teruel salga por la puerta ancha.

Pero, aquí está el bendito pero, considero que el ministro debe ser la última instancia, una reserva, una opción de consultas

Un evento que genera tantas pasiones debe tener un árbitro oficial, pero desde afuera.
El ministro puede y debe ayudar desde el Ministerio. Se vería más bonito. ¡Todavía hay tiempo!



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