Es cierto, cuando un Gobierno quiere reprimir no necesita motivos verdaderos, simplemente lo hace; sin embargo, los políticos saben muy bien que esto tiene un alto costo político, por eso, en la medida de lo posible, utilizan la guerra psicológica.
O sea, manipulan, desinforman, se valen de la propaganda y la contrapropaganda a sabiendas de que son armas más efectivas que las bombas y las balas.
Y esa, que parece ser una ley universal, aplica aún más en muchos países de Latinoamérica, caracterizados por instituciones débiles y gobiernos con cierta tendencia al autoritarismo, donde cualquier protesta ciudadana es vista como un atentado para desestabilizarlos.
De ahí que la lucha ciudadana de masas, pacífica y contundente, como ha venido ocurriendo en los últimos meses en el país, sea el método más eficaz y el más difícil de combatir para el Gobierno.
El éxito de la Marcha Verde contra la impunidad es indiscutible y va en ascenso, pero eso no puede llevar a sus organizadores a la euforia y menos al tremendismo.
Hasta ahora la estrategia marcha bien y eso tiene desconcertado a un gobierno (y un PLD) que en principio negaba todo respecto a los sobornos de Odebrecht y las sobrevaluaciones, y que hoy -a contrapelo de su voluntad- tiene que elaborar un expediente contra algunos de sus propios cuadros, como Galán, Montás y Díaz Rúa.
Lo ideal para ellos sería que los dirigentes del movimiento cayeran en el gancho de creer que “pueden tomar el cielo por asalto” sin tener el poder ni la base necesaria y sin que ese sea necesariamente el sentir de todos los que participan en la lucha contra la impunidad.
Creo, sin ánimo de sermonear a nadie, que algunos amigos yerran cuando pretenden acelerar el carro de la historia y dar un salto a destiempo.
Recuerdo a Ignacio Soto quien siempre citaba a Mao Tse Tung, cuando exhortaba adoptar la táctica de avanzar paso a paso y “combatir sobre un terreno seguro, siguiendo el principio de luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse”.
En parte el éxito de la Marcha Verde se debe a que ha sabido “luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse”, gracias a lo cual -además de algunos factores externos- la administración de Danilo Medina está obligada a tomar acciones contra la corrupción si no quiere perder aún más popularidad y autoridad moral.
Empero, pedir la renuncia de Danilo Medina y convocar elecciones anticipadas, como sugieren algunos, es un error que solo serviría de excusas al Gobierno para desviar la atención, hacerse la víctima y hasta reprimir.
En el mismo plano veo que sería erróneo que la próxima marcha nacional, programada para el 16 de julio, vaya dirigida hacia el Palacio Nacional.
Quienes plantean eso deberían pensarlo mejor. Me inclinaría por un espacio amplio y emblemático como la Plaza de la Bandera, como sugieren otros.
Manuel Robles habla a menudo de “contundencia sin violencia”, como una de las virtudes del movimiento Marcha Verde.
Yo le agregaría no dar excusas ni oportunidad para que repriman, eso quisieran algunos trogloditas. No les demos excusas.