“Hay veces que las palabras no me salen, que se me atragantan, porque no encuentro la forma de expresar lo que siento. Hay veces que tengo miedo de tener miedo, que quiero gritar pero nadie me escucha, que quiero respirar pero en cada intento solo me ahogo un poco más.
Son esos momentos en los que todo se torna oscuro, en los que no me atrevo a levantar la mirada porque solo encuentro violencia, odio, agresión y maldad. Y me dan ganas de gritar de nuevo, pero nada sale. Quiero salir corriendo sin mirar atrás, pero al final todo eso corre tras de mí.
Me dicen que sea positiva, que enfrente todos esos miedos, que no permita que nadie me haga daño. Pero nadie me ayuda, solo opinan, pero me dejan sola en este camino.
Qué fácil es decir lo que tengo que hacer, qué difícil que alguien se ponga en mis zapatos. Tengo muchas razones para luchar, para intentar ser feliz, pero no puedo porque alguien ha decidido que tiene poder sobre mí, sobre mi vida, sobre mi alma y ese poder le permite arrebatármelo todo.
Luego pasaré a formar parte de una estadística más. Un número.
Saldré en las noticias, todo el mundo dirá que no me lo merecía y que debía haber hecho esto y aquello. Pero nadie, nadie, sabrá qué es tener tanto miedo que no te puedes mover, qué se siente cuando aquel que dijo que te ama, te quiere muerta. Eso solo lo sé yo y nadie me escucha realmente.
Todos me aconsejan, pero siguen con su vida, tienen suerte de levantarse cada mañana sin miedo. Solo por eso yo rezo cada día. Ya no podré hacerlo más.
Permitan que hoy ponga voz a todas las Anibel. No las dejemos solas.