La apariencia física atrae. Ver una persona bien arreglada, bonita y educada capta la admiración de cualquiera que se le presente la oportunidad de tratarla.
Pero ¿es esto suficiente para determinar que estás frente a alguien correcto o digno de confianza?
Sabemos que no. Sin embargo, es fácil dejarse seducir por lo que está delante de nuestros ojos. Así la gente cree reconocer fácilmente a un supuesto cristiano por su vestimenta, y mal pensar de otra que va desarreglada.
Ten pendiente que la mujer o el hombre más lindo, alto y valiente del mundo puede ser la persona más despiadada, celosa, arrogante y poco temerosa de Dios que vayas a conocer.
Por eso Jesús nos advierte en Juan 7:24 que “no juzguemos según las apariencias, sino con justo juicio”.
El primer libro bíblico de Samuel habla de dos hombres bien valorados por su aspecto físico, fortaleza y valentía; pero descartados por la dureza de su corazón.
Saúl, el primer rey de Israel, era el más hermoso y más alto de todo su pueblo. Tenía todas las de ganar porque fue elegido por Dios, pero en su corazón reinaba la arrogancia y la desobediencia.
Pensaba tanto en sí mismo que cuando fue desechado por Dios, en vez de doblegarse, solo pensó en pedir a Samuel, juez de Israel, que lo honrara delante de su pueblo bajando con él a ofrecer sacrificios (1 Samuel 15:30).
Qué decir de Goliat: un guerrero alto, valiente y bien armado, que se sintió tan seguro de sí mismo que se atrevió a desafiar, ofreciendo como recompensa a todo su pueblo a cualquiera que lo venciere en un duelo (1 Samuel 17:1-11).
Estaba tan seguro de que era más fuerte que todos que subestimó a su atacante, David, quien lo mató antes de él darse cuenta.
Por el contrario, vemos a un David, tenido al meno entre sus hermanos por su juventud, y descartado por Saúl para enfrentar al gigante Goliat por su falta de entrenamiento, que terminó como el único valiente que quiso pelear contra Goliat.
Ese muchacho, pastor de ovejas, no solo mató al gigante, sino que con ello libró a su pueblo de caer en servidumbre contra los filisteos.
Este joven, el menor de los ocho hermanos, terminó siendo el rey modelo de Israel, considerado justo, valiente, y apasionado.
¿Por qué? Por la sencillez, humildad y la obediencia que lo llevaron a ser conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22).
Así que cuando vayas a elegir consulta a Dios, “pues Jehová no mira su apariencia, ni a lo alto de su estatura. Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón”, 1 Samuel 16:7.