No juzgar

No juzgar

No juzgar

David Alvarez

Si algo está clarisimo en el Evangelio es la invitación a no juzgar y el perdón siempre en toda ocasión, cuantas veces haga falta. Afirmaba el P. Alfredo Rubio que “es radicalmente imposible que juzguemos”.

El motivo es sencillo, no tenemos nunca datos suficientes para entender la conducta de un ser humano, ni siquiera de nuestra propia conducta.

Tuvimos que esperar hasta el siglo XX, con el desarrollo científico de la psicología, para entender lo complejo que es nuestra psiquis, que la libertad de la que nos vanagloriamos está tan determinada por tantos factores que escapan a nuestro control. Siempre que recitamos el Padrenuestro afirmamos, sin ser del todo coherentes, que Dios nos perdone nuestros agravios de igual manera como perdonamos a los que nos agraviaron.

¡Cuántos pecados acumulamos por ese motivo! Por eso un juez, en el sistema judicial, sólo puede evaluar hechos, nunca intenciones.

Qué puede saber un juez del corazón del acusado. Prácticamente nada. Pero necesitamos la justicia terrenal para establecer el orden mínimo para una existencia pacífica y los hechos de agravios, los crímenes, deben ser juzgados y si la evidencia lo muestra, penalizados.

No es concebible la vida cristiana si juzgamos a los otros. Y mucho menos si militamos contra quienes viven o piensan diferente a nosotros.

Condenar a los demás nos condena, tal como indica el Padrenuestro. ¿Cómo es posible que un Evangelio del amor y el perdón genere en tantas personas tanto odio y condena por sus prójimos?



TEMAS