Para este domingo más de 7 millones de dominicanos inscritos en el padrón de la Junta Central Electoral están convocados a ejercer el derecho al voto en el ensayo de las primarias abiertas y cerradas de los partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Moderno.
Un proceso que obliga a la Junta Central Electoral, a los partidos y también a la población a exhibir un ejercicio democrático de madurez y total prudencia en pleno respeto de la voluntad popular.
Es necesario que cada quien apueste por la convivencia pacífica y por el respeto de las preferencias expresadas por cada votante. La credibilidad de la Junta Central Electoral no puede ser puestas en juego, mucho menos los resultados propios de las primarias del PLD y del PRM.
Preocupa el triunfalismo que se ha observado entre los sectores en pugna en el PLD. Las encuestas han sido una descripción momentánea de una percepción electoral que será desvelada a partir del domingo.
Lo que procede es que nadie se atreva a jugar con candela, con un comportamiento alejado del marco de la legalidad, ya que las primarias representan un plan piloto que pondrá en evidencia la fortaleza de la institucionalidad del país, y de la Junta como órgano responsable del éxito de ese proceso, pero también la madurez del liderazgo político. Y a nadie conviene que la credibilidad democrática y política ganada por el país durante las últimas décadas se vea cuestionada por rivalidades coyunturales.
Lo que se espera es que los resultados de las primarias del PLD y del PRM reflejen lo que haya expresado la colectividad electoral que acudirá a los centros de votación. Existe cierta aprensión con una minoría que pudiera no querer aceptar los resultados de un proceso cuando la realidad es adversa a sus perspectivas.
La paz a la que convocaron ayer el presidente de la Junta Central Electoral y la Conferencia del Episcopado Dominicano es oportuna para que se reduzca el fanatismo desbordado que se ha apreciado en las últimas semanas. Todos ganamos si la JCE y los partidos salen airosos.