Los dominicanos tenemos una doble deuda de gratitud con Venezuela. Primero, por ayudarnos al restablecimiento del orden constitucional democrático al finalizar la dictadura trujillista, y segundo, por defender la voluntad popular tras las elecciones de 1978.
Por eso, entre otras razones, me alegra la firme postura del Gobierno dominicano solicitando una reunión urgente del Consejo Permanente de la OEA tras el triunfo de la oposición en las elecciones venezolanas.
El presidente Abinader abogó por la transparencia como base de la legitimidad y dijo: “Las leyes electorales no pueden aplicarse discrecionalmente».
Aparte de las acciones diplomáticas y políticas oficiales, los dominicanos podemos ayudar de muchas maneras, incluyendo apoyo moral vía redes sociales y la llamada “diplomacia privada”: comunicar a los chavistas, por todas las vías disponibles, que esta vez no podrán volver a traicionar a su pueblo y que llegó el momento de divorciarse de Cuba para volver a su gran familia democrática latinoamericana, para recuperar su libertad, paz, prosperidad y legalidad.