
Siguiendo el curso lógico de la vida, nos toca a los hijos sepultar a los padres y eso hicimos, de depositar en un frío nicho el cadáver inerte de nuestra madre América Uventina González Rojas, hija de Pablo González Brito y Margarita Rojas Gómez, cuarta de nueve hermanos, ocho de ellos ya descansan en paz.
Trajiste al mundo dos hijos Freddy Rafael y José Matías. Marchaste en el ocaso de la juventud, en busca del llamado sueño americano en 1967, quedando tu prole José Matías y yo, bajo el cuidado amoroso de nuestra tía madre, Migdalia Ivelisse (EPD), quien suplió su ausencia prácticamente hasta la hora de su muerte.
Trabajaste medio siglo de forma ininterrumpida dando ejemplo de honestidad y de solidaridad con: tus hijos, hermanos, sobrinos, nietos, amigos y allegados.
Fuiste una mujer de trato afable, alejada de los conflictos y sumamente desinteresada. Nunca te ví enfadada ni hablando descompuesto de ninguna otra persona.
Se qué te gustaba viajar, aprovechando los viajes de crucero para visitar varios países del continente. Fuiste de temperamento alegre disfrutaba del buen baile, algo que hacía con elegancia marcando bien el compás de cualquier ritmo. Tu último viaje a nuestro país fue en 2019; con motivo de la celebración del 93 aniversario de tu nacimiento, meses antes del inicio de la pandemia del Covid 19, al cual sobreviste sin sentir ninguno de sus síntomas.
Como paradoja de la vida, en el año 2023 una caída en el apartamento que moraste por medio siglo nos obligó a recluirte en un centro de atención privada donde pasaste tus últimos días.
Recuerdo que pese a tu avanzada edad nunca perdiste la lucidez mental y siempre que interactuábamos, no faltaba la pregunta de ¿Cómo estaban mis nietos y bisnietos?
Con 98 años, tu principal anhelo era llegar a los dos ceritos como siempre me decías, refiriéndote a tus 100 años. Diciéndome permanentemente, ya faltan menos para los dos ceritos.
Pero ese anhelo fue truncado por esa ley irreversible de la vida por la que todos vamos a pasar y esa mañana del pasado 21 de julio, cuando a eso de las 11:00 AM mi hermano José Matías me llamó, presentí que era el final y que mi madre había fallecido, y así fue, un paro respiratorio le arranco la vida.
Y en este momento difícil quiero dar testimonio de fe, que para mí fuiste la mejor madre de mundo, porque jugaste doble papel de madre y padre sin que nada me faltará en los momentos más aciagos de mi existencia. Por eso América Uventina González Rojas, con mi alma desgarrada por tu ausencia quiero decirte que tus hijos, nietos, bisnietos, sobrinos y tus allegados nunca te olvidaremos y que vivirá eternamente en nuestras memorias y corazones, pidiendo:
Paz a tu alma y descanso eterno a tus restos.
Hoy no te digo adiós, te digo hasta luego madre querida.
PD: Muchísimas gracias a nuestros familiares, amigos, compañeros y camaradas, que nos han acompañados en estos angustiosos días de pena y dolor. A todos, mi agradecimiento eterno.