En la historia concreta del pueblo dominicano cuando ha tenido que ponerle un “pare” a los gobiernos de turno en el poder, nunca le ha temblado el pulso y la hidalguía con que se asumen los reclamos de la colectividad sin importar el tiempo que éste se dilate.
Lo ocurrido en este proceso eleccionario del 15 de marzo da mérito del civismo y la conciencia colectiva que hace superar cualquier dificultad ante la falta de democracia que hemos tenido en algún momento de la vida republicana.
El poder y el dinero no se pudieron imponer ante el deseo de cambio de muchos ciudadanos que perdieron la confianza en las instituciones públicas y sobre todo el gobierno de Danilo Medina, la arrogancia y la soberbia fueron derrotadas en las urnas.
Una partida considerable de la juventud superó la negación de la negación al régimen actual dando un voto de castigo y sobre todo de llamado a las próximas autoridades municipales para que no impere el borrón y cuenta nueva.
Y aunque el pueblo votó, aquí queda pendiente saber que pasó en la posposición de las elecciones de febrero. El ambiente cambió y la compresión y desarrollo de la conciencia de los dominicanos impone un compromiso al gobierno venidero donde no se puedan ocultar y darle larga a los hechos de corrupción y complicidad con la impunidad.
La consigna se van fue un efecto demoledor contra el PLD-GOBIERNO y desde ese orden la nueva situación y ambientación política es para que se persiga todos los actos de corrupción a nivel municipal y del actual gobierno y sus funcionarios.
El ambiente de cambio no es un cheque en blanco a las autoridades electas, es un llamado al correctivo de los abusos del poder desde el Estado y el saqueo de los recursos públicos.