Cada vez que el precio de los combustibles sube, algunos obcecados inconformes la emprenden contra el ministro de Industria, Ito Bisonó, como si dependiese exclusivamente de él esa decisión.
Pocos dominicanos tienen edad para recordar la crisis de 1989, cuando Balaguer permitió que se agotaran la gasolina y demás combustibles, porque había amenazas de disturbios si eliminaban los subsidios para que los precios reflejaran los costos.
Tras un enorme caos, interminables apagones, industrias paralizadas, calles desiertas y filas en gasolineras, los revoltosos rogaban importar combustibles al precio que fuera.
“No hay” es el precio más caro del mundo. Igual pasa con el desmonte del subsidio eléctrico, pactado tras años consensuando.
La Superintendencia de Electricidad dice que el alza promediará apenas 1.4 %, menos de la inflación. La venta de energía (electricidad o combustibles) requiere imprescindiblemente transparentar costos y precios.
Están también el notorio desastre administrativo y la denunciada corrupción en las EDEs y otras debilidades históricas del sector. Repito que desmontar el subsidio eléctrico es correcto para siempre tener luz confiable sin apagones.