Parece que la procesión está siendo llevada por una calle diferente a la que debe conducir al montaje de las elecciones primarias abiertas que tienen previsto celebrar el 6 de octubre de este año las cinco agrupaciones políticas que se acogieron a esa modalidad.
Hasta el momento, la controversia que se ha generado en torno a la situación se ha centrado en el financiamiento del proceso, en que los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), Revolucionario Moderno (PRM) y Revolucionario Dominicano (PRD), así como Alianza País y Opción Democrática seleccionarán a los candidatos y las candidatas que presentarán a los comicios municipales, congresuales y presidenciales del año 2020.
En el fondo, la cuestión no está en el monto del presupuesto que conllevará la logística organizativa de parte de la Junta Central Electoral, por mandato de la Ley 33-18 sobre Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos.
De hecho, ya las direcciones políticas del peledeísmo y del perremeísmo han expresado que asumirán el financiamiento del novedoso proceso.
El dinero aparecerá para este desafío democrático, sea del Presupuesto del Gobierno central o de las propias agrupaciones políticas.
Tampoco constituye un problema el software a utilizarse, debido a que hábilmente las autoridades electorales lograron suscribir un acuerdo de aceptación con los actores para la implementación de esa plataforma informática.
La verdadera situación problemática no ha salido a relucir claramente, porque se ha manejado por debajo de la mesa. Como se diría en francés “sous la table” o en inglés, “under the table”.
Me refiero a los equipos que se usarían en las primarias; no se conoce ningún llamado a licitación para la adquisición de los mismos ni se ha convocado a una audiencia pública en la dirección de socializar el tema con todas las agrupaciones políticas reconocidas. Hablamos, en este caso, de hardware, no de software.
Indudablemente que se ha perdido de vista que de lo que se trata, en el fondo, es del establecimiento de un sistema de votación nunca usado en el país, y que amerita de ser discutido con los diversos sectores de la vida nacional.
Si se hubiese agotado esta etapa, probablemente no hubiera sido hoy en día piedra de escarnio de la opinión pública.
Resulta oportuno señalar que quien suscribe, junto a los también miembros suplementes del órgano electoral José Miguel Minier y Rafael Evangelista, solicitamos informaciones acerca del software que ha venido desarrollando la JCE para la transmisión de los resultados electorales a través de teléfonos móviles, cuya tecnología implementaría en las elecciones de 2020.
El propósito es sano y se inscribe en el gran compromiso de la sociedad dominicana de que esos comicios sean ejemplares.
En informática, software se refiere al soporte lógico e intangible de la programación de datos y el hardware constituye las partes físicas, es decir, las tangibles.
La honorabilidad y el compromiso del magistrado presidente del órgano electoral, Julio César Castaños Guzmán, y de los demás miembros titulares no está en discusión; por lo que se apuesta a la celebración de unos comicios de cuyos resultados no quedarán dudas.
Narra el escritor Suetonio que Vespasiano, uno de los doce césares del Imperio Romano, sentenció en una ocasión: “Un emperador debe morir de pie”.
Esta expresión alude al coraje y a la dedicación que debe asumir todo el que se compromete con una función pública.
El buen servidor del Estado siempre habrá de estar “de pie ante la patria”, y Dios y su pueblo le darán la debida recompensa.