Desde hace tiempo el deporte dominicano ha estado sometido a los caprichos de un pequeño grupo, que no ha tenido la capacidad de identificar los problemas y buscar soluciones.
Muchos de los programas que proyectan las federaciones no se ejecutan por falta de interés de los propios protagonistas.
Podría parecer “increíble”, pero es así, esa es la realidad monda y lironda.
Que se apruebe un presupuesto adecuado para el sector deporte es lo ideal, pero no se hace nada con lograr ese objetivo si no se priorizan los programas de desarrollo en todas las categorías de las diferentes disciplinas.
Ese reclamo se hace todos los años, pero siempre cae en oídos sordos, debido a que los que tienen que escuchar se colocan un “tapón”.
A los que les molestan estos señalamientos aplican la fórmula del silencio, teniendo como ejemplo que en esta sociedad “una cosa tumba a la otra” de un día para otro.
Y tienen razón, porque casos que estremecen, a los pocos días ni se mencionan.
Es p or ello, que acusados de delitos graves como la corrupción, dejan que el tiempo se encargue de limpiar sus errores.
En el deporte eso no debía ocurrir.