David Ortiz es el hombre del momento y resulta atractivo cada homenaje y cada pasaje sobre su vida, aunque pienso que falta un testigo clave: Ramón -Pintacora- de los Santos.
Lo que voy a decir es para bien, jamás para mal, como una forma de resaltar que David tuvo que vencer obstáculos desde el principio de su carrera.
Cuando el alto mando de los Marineros de Seattle observó a David, no se llevó la mejor impresión y Pintacora “tuvo que hablar inglés” con Roger Jongewaard, director de Scouts, quien finalmente accedió a firmarlo por un bono de 5 mil dólares en 1992. No existía el proceso “Julio 2”.
David no daba jonrones y fue cambiado como “jugador a ser nombrado más tarde” a los Mellizos de Minnesota -sin tirar una arriba- por el antesalista Dave Hollins, quien pasó sin gloria por el béisbol.
Los Mellizos, sorpresivamente, lo dejaron libre el 16 de diciembre de 2002 y el 22 de enero de 2003 fue reclutado por los Medias Rojas de Boston, donde no ha parado de dar palos, empatando en jonrones con el emblemático Mickey Mantle (536), señal de que aprendió a sacar pelotas.
Pintacora, como tirador zurdo, también dedicó incontables horas a lanzar “musarañas” en las mañanas del Quisqueya para que tuviera mejores resultados contra los píchers izquierdos.
¿Quién diría que aquel muchacho que hizo fallar a los Marineros en su pronóstico hoy sería un candidato firme para ingresar a Cooperstown?