Cuando usted escuche decir que los dominicanos estamos benditos, creálo. Lo sucedido la semana pasada con la selección dominicana que ganó el campeonato panamericano U12 de la Confederación Panamericana de Béisbol fue algo divino.
Esos niños dominicanos tuvieron que superar una cantidad de adversidades, que se las contaré para que queden para la historia. Lo primero, fue que recibieron tarde los pasajes para asistir a ese evento en Aguascalientes, México. Luego de recibir los pasajes aéreos no se encontraban vuelos para su traslado.
Los dirigentes Amaurys Nina y Álvaro Samboy, y no sé si hubo otro héroe anónimo, lograron conseguir que 13 niños del roster de 18 llegaran el domingo a México y luego de su arribo transportarse por seis horas en autobús para llegar a la sede del evento en Aguascalientes.
Los ejecutivos dominicanos lograron con los organizadores que no les cantaran “forfeit” por no llegar a tiempo, pero al rehacer el calendario, los anfitriones de México se colocaron para jugar con los dominicanos, que ya sabían que tenían una nómina recortada y cansados.
Como era de esperarse, los mexicanos ganaron el primer juego el lunes. Luego de esa derrota a los dominicanos el martes les esperaba una doble-cartelera. El primer juego lo perdieron frente a Venezuela y en el segundo derrotaron a Colombia, que era la cenicienta del torneo.
El miércoles, los dominicanos batallando con 13 jugadores, cayeron frente a Panamá.
El jueves con marca de 1-3 se enfrentan a Puerto Rico para definir seguir en el evento, además de la clasificación para el torneo Mundial U-12 que se celebrará el próximo año en Taiwán. Vaya sorpresa, el día anterior llegaron los cinco niños que faltaban para completar el roster y, de inmediato, la historia cambió.
Derrotaron a Puerto Rico y lograron la hazaña de clasificar al Mundial. En la semifinal vencieron a Venezuela, que iba invicto (5-0), y en la final a México con pizarra 8-2. ¿Verdad que son héroes verdaderos? ¡Enseñaron una gran lección!