La industria de los congresos médicos se mueve, y se mueve bien. Todos los años se celebran en el país unos 40 de esos eventos, organizados por las sociedades médicas, entidades relacionadas a la medicina, apoyados por unas 10 empresas organizadoras de la parte logística.
Es un pastel fecundo e interesante. Un congreso médico puede conllevar una inversión, en su montaje, de 5 millones de pesos y hasta de 20 millones, dependiendo de la zona y la cantidad de asistentes.
Por ejemplo, un congreso en Punta Cana o Cap Cana, en hoteles de alto nivel, cuesta más montarlo que uno en Santiago, Puerto Plata o hasta en la capital. Esos costos suponen una escalera de beneficios que incluye a las sociedades, agencias organizadoras, hoteles, empresas que diseñan e instalan stand, diseñadores y proveedores de otros servicios.
Sin embargo, las sociedades médicas no obtienen beneficios económicos pues son organizaciones sin fines de lucro que de cada congreso se quedan con algún dinerito para solventar sus costos operativos de oficina, luz, locales y otros. A veces da para ahorrar, pero no siempre.
El caso es que los congresos médicos en República Dominicana se han convertido en una industria poderosa, sigue siendo un secreto de Estado qué cuesta montar uno de esos eventos porque las sociedades especializadas y las agencias son muy conversadoras para revelar los números. Es que es un nicho poderoso.
Quiera Dios las autoridades miren ahí, fortalezcan, apoyen (quizás con la construcción de grandes centros de eventos) y que las casas comerciales y farmacéuticas sigan como grandes sustentadoras de estos eventos donde los galenos dominicanos actualizan conocimientos, lo que beneficia a los pacientes con terapias novedosas, nuevos procedimientos y tendencias en el tratamiento y cura de las enfermedades.