Decía Musolini que la cinematografía era el arma más poderosa. Pues con ella (y ahora con la televisión y el internet) se puede influenciar el pensamiento de las personas y cómo ven la realidad.
La gente es adoctrinada y condicionada sin darse cuenta. Les convierten en enemigos de sí mismos y en promotores de sus verdugos.
No es fácil diferenciar la verdad de la mentira. Hay que aplicar el método científico y entrar en contacto directo con la realidad.
Este escrito lo hago desde Nicaragua, con los ojos vidriosos de la indignación al constatar las mentiras con las que agreden a este país.
A penas estoy aquí por unos días. Pero he podido palpar la paz y el desarrollo que vive este país. He salido a trotar por calles y barrios; he visitado campos y conversado con gente humilde; he visitado plazas comerciales y recorrido la capital. No estoy hablando de lo que escucho, sino de lo que estoy viendo y viviendo.
Las calles están limpias, los motoristas usan sus cascos y tienen placa, incluso los pasajeros llevan cascos. Hay mucho orden.
Nicaragua está entre los países más seguros del continente americano; sin embargo, en sus calles no se ven militares, y muy escasos policías.
El 99.7 % de la población tiene electricidad 24 horas, y el 79.8 % de la energía proviene de fuentes renovables. Más del 80 % de los hogares cuentan con agua potable.
La educación es gratuita, tanto la básica como la universitaria. La salud también es gratuita y universal, cubre a toda la población y todo tipo de tratamientos y procedimientos, incluidas las enfermedades oncológicas.
En 2021 su economía tuvo un crecimiento de 9.7%, con un fortalecimiento de la clase media. Un crecimiento sostenido y distribuido que se refleja en la calidad de vida.
El analfabetismo es inferior al 5%. Todas las familias comen tres veces al día.
Nicaragua es autosuficiente en materia alimentaria, produciendo un importante excedente para la exportación. Solo en carnes exporta más de mil millones de dólares.
Sin duda tienen muchas cosas por mejorar, y trabajan en eso. Pero la realidad de Nicaragua está muy lejos de las mentiras que nos llegan, o más bien, de las mentiras que nos quieren inculcar.