Nicaragua: el poder de la ignorancia

Nicaragua: el poder de la ignorancia

Nicaragua: el poder de la ignorancia

José Mármol

La pareja dictatorial nicaragüense, encarnada en los esposos Daniel Ortega y Rosario Murillo, presidente y “copresidenta”, se ha empeñado no solo en cercenar la oposición política y partidaria de su país, enviando a la cárcel a sus líderes bajo acusaciones fantasmagóricas y delirantes, sino que también ha puesto mordaza a la prensa y, más aun, la ha emprendido contra las instituciones y figuras preponderantes de las letras y la cultura de esa empobrecida nación.

Los delirios chamánicos de la esotérica “copresidenta” Murillo, una poeta olímpicamente mediocre, cuyo oráculo se afinca en la ingenuidad y la escasa escolaridad de la población, se ensañaron contra escritores e intelectuales de la dimensión de Ernesto Cardenal, sacerdote cisterciense, exministro de Cultura, Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2009 y Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2012, entre otros, a quien condenaron a morir de tristeza por efecto de las intrigas y falsa propaganda en su contra; o bien, de la estatura de Sergio Ramírez, ex vicepresidente del país, Premio Alfaguara de Novela 1998, y primer escritor centroamericano en ganar el Premio Cervantes en 2017, así como la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 2021.

Actualmente, vive exiliado en España, bajo orden de encarcelamiento por parte de su excompañero en la presidencia del país.

Es tanta la incompetencia y la inquina concentradas en ese dictatorial ejercicio del poder contra la sensatez, el pensamiento y la cultura, que la fatídica pareja presidencial ha tenido el tupé de eliminar del suelo nicaragüense, so pretexto de una ley falsariamente nacionalista, el Festival Internacional de Poesía de Granada, la cita anual de más de un centenar de escritores, poetas y artistas de todas las lenguas y culturas de los cinco continentes, al tiempo que levantaron falsas e infundadas acusaciones contra los esposos poetas Francisco de Asís Fernández y Gloria Gabuardi, que lo organizaban hacía diez y ocho años. Así lo denunció el combativo periódico La Prensa en su editorial del pasado 20 de mayo de este año.

El diario español El Mundo, por su parte, dio a conocer, en su edición del 30 de mayo último, la desconcertante noticia de que Daniel Ortega y Rosa Murillo ordenaban también, al amparo del mamotreto legislativo, la disolución de la Academia Nicaragüense de la Lengua, creada en 1928, por ser “un agente extranjero”.

Esta entidad, integrada a la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), fue purgada, primero, como una ONG, lo que la degrada en su esencia, y segundo, porque a ella pertenecen escritores críticos del régimen como el propio Sergio Ramírez y Gioconda Belli, entre otros.

La Real Academia Española (RAE) ha denunciado el hecho y ha salido en defensa de las libertades de pensamiento, expresión y asociación propios de una auténtica democracia. Igual condena pesa sobre más de ochenta instituciones no lucrativas, lo que implica que se conculcan los derechos de la sociedad civil o tercer sector, algo equivalente a impedir cualquier manifestación del libre pensamiento en la tierra del patriota y revolucionario Augusto César Sandino, junto a quien luchó el dominicano Gregorio Urbano Gilbert.

Resulta simplemente inconcebible que semejante muestra de estulticia, inepcia y torpeza, revestidas de letanías demagógicas, medidas represivas y persecución, ignominiosos arbolatas y rituales mistagógicos, se lleven a cabo en la patria de Rubén Darío, el príncipe de las letras castellanas, el indiscutible primer timón del Modernismo en Hispanoamérica, y cuya segunda esposa, paradójicamente, también se llamó Rosario Murillo.

Esa es la forma autárquica, despótica, demagógica y populista con que la ignorancia, la ambición de poder y la perversidad pretenden liquidar el pensamiento, las artes y la libertad.



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