Pocas declaraciones he visto tan desafortunadas como la del ministro de Defensa Rubén Paulino Sem al justificar a los militares que presenciaron el secuestro del doctor Pedro Ureña y otros dominicanos hace unos días en la frontera.
“Nuestros soldados hicieron su trabajo, actuaron correctamente en ese caso y si ustedes se dan cuenta, ninguno de los médicos sufrió ni siquiera un rasguño”, dijo. Si se refiere a que no dispararon ni emplearon la fuerza, podría tener un chin –pero muy chin— de razón; pero es escandaloso que haitianos armados con palos y cuchillos controlen el libre tránsito y retengan dominicanos en territorio nuestro y que los perpetradores queden impunes pese a la flagrancia del ilícito.
Se ha escrito y dicho muchísimo sobre el incidente, por la prestancia social de las víctimas, pero la ocurrencia de desafueros similares parece ser común.
Un chofer de patana fue luego tiroteado, casi lo matan, y otros preocupantes casos parecidos pueden verse en la prensa. Negar el problema no lo arregla ni opinar tan desacertadamente tampoco.