Ni retórica de Cicerón y Quintiliano justificaría tercera dosis

Ni retórica de Cicerón y Quintiliano justificaría tercera dosis

Ni retórica de Cicerón y Quintiliano justificaría tercera dosis

Periodista Luis García

Nadie esperaba el anuncio, pero llegó, de repente, y sin estar acompañado de las explicaciones correspondientes, desatando un mar de conjeturas que va para largo en medio de la actual coyuntura de presión hospitalaria por el alto nivel de contagios del Covid-19.
Ni si quiera se redactó un documento.

La semana pasada, la vocera de la Presidencia, Milagros Germán, acompañada de la Vicepresidencia de la República y coordinadora del Gabinete de Salud, Raquel Peña, comunicó informalmente a los periodistas que cubren las incidencias del Palacio Nacional, que les darían una noticia relevante.

Se trataba de que las autoridades sanitarias se proponen inocular a la población con una tercera dosis de la vacuna contra el patógeno, con un biológico diferente al que cada persona recibiera en las dosis anteriores.

Una de las críticas más potentes provino de la Sociedad Dominicana de Pediatría, que aseguró que ningún organismo de investigación científica ha avalado una tercera dosis. Y llamó la atención en el sentido de que el Comité Asesor para la Práctica de Inmunizaciones de los Estados Unidos ni ningún otro organismo científico se ha pronunciado dando tal afirmación.

También se han producido otras opiniones, favorables y desfavorables, en la comunidad médica nacional.

La propia portavoz gubernamental adelantó que esta semana explicarán la estrategia que busca frenar una infección que, desde principio de 2020, impacta negativamente la economía global.

Lo cierto es que persuadir a la población para que se inyecte con el nuevo fármaco no será fácil, debido a la escasez de evidencia científica que respalde una decisión de esa magnitud. La República Dominicana sería el primer país que aplique una tercera dosis de la vacuna, en un supuesto caso de que el Gobierno siga en marcha con la estrategia.

La narración que enarbole habrá de ser verosímil para convencer a los dominicanos. Desde la antigüedad ha quedado demostrado que toda narrativa debe reunir características particulares a fin de ser creíble; tal y como lo observaron figuras de la talla de Marco Fabio Quintiliano y Marco Tulio Cicerón.

Cicerón, político, filósofo, escritor y orador romano, dijo: “verosímil será la narración si en ella se observan cosas que suelen aparecer en la realidad, si guarda la dignidad de las personas, si se dicen las causas de los hechos y la ocasión y el tiempo y el espacio y el modo; si se ajusta la cosa narrada a la índole de los que se suponen autores o al rumor del vulgo o la opinión de los que oyen”.

Mientras que Quintiliano, maestro y retórico hispanorromano, sostuvo que “será verosímil la narración si primero consultamos nuestro ánimo para no decir cosas que se opongan a la naturaleza, si insinuáramos de antemano los motivos que hubo para suceder las cosas las cosas que contamos, no de todas, sino de aquellas que se pretende averiguar”.

A pesar del largo tiempo transcurrido, en los fragmentos citados queda en evidencia que hay que ceñir toda narrativa al contexto y tomar en cuenta que el desarrollo teórico de la verdad está afectado de las universalidades narrativas que se expongan en cada caso: acción, actores, espacio, tiempo y modo.

En caso de que los asesores de comunicación gubernamental entiendan que las ideas de Cicerón y Quintiliano se encuentran en el pasado, les recomiendo a uno de la posmodernidad, Christian Salmon y su “Storytelling, la máquina de fabricar historias y formatear las mentes”.
La cuestión es que, a nivel global, muchos de los gobernados están mejor informados de quienes les gobiernan.



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