Un “añépido”, siempre aparece uno, me insulta ayer por Twitter llamándome “bocina” porque lo disgustó mi comentario por televisión, cuando dije que Félix, Diandino, Víctor y otros notorios políticos deben estar muy tristes porque el expresidente Fernández dijo que si vuelve al poder “los funcionarios deberán ser íntegros” y “exigirá honestidad a su gabinete”.
Alega el rolita que mi opinión es cierta pero dizque carezco de derecho a decirla porque según él soy una “bocina”. ¡Ave María Purísima! De peores cosas me han acusado, incluso hasta de ser periodista.
Pero, ¿para qué alguien se molesta en leer u oír opiniones ajenas para irritarse tanto que termina disvariando, cuando mejor sería debatir o argumentar?
Que insulten a uno es tan común que mejor ni hacer caso, pero esta vez fui agraviado ¡aún concediéndome razón! Las redes sociales crudamente revelan el espíritu de gente que quizás sólo así puede o sabe expresarse, aunque nunca entenderé cómo la propia “añepidez” apasiona y motiva a ciudadanos que quizás en persona no osan decir ni ji…