Es viejísimo decir que la mejor manera de saber si un político miente es ver si mueve sus labios. Englobarlos a todos sirve para hacer chistes, pero políticos hay de calibres y calidades muy diversos.
Casi siempre, mientras más lejos del poder, más fácilmente mienten los políticos sin posibilidades, pues buscan ganar cualquier ventaja y tienen poco que perder. Y como cada ladrón juzga por su condición, es cómodo para muchos opositores acusar a los funcionarios de mentir.
Pero, ¿acaso no miente la oposición? En los últimos meses, ante la lentitud del procesamiento judicial de los imputados por Odebrecht, el auge de la criminalidad callejera y otros detonantes emocionales, que enervan a los ciudadanos, muchos políticos están perdiendo la oportunidad de rescatar su credibilidad identificándose sinceramente con los sentimientos populares.
Tres o cuatro brillantes articulistas, que ni siquiera tienen el oficio como su actividad principal, como José Luis Taveras, sacan la milla argumentando mejor que los “profesionales” de los partidos… Un grave problema nacional es la baja calidad del diálogo público.