Ni contigo ni sin ti…
Uno de los retos diplomáticos mas complicados que enfrentamos es lidiar con la rivalidad entre nuestro aliado natural, vecino y gran socio comercial, Estados Unidos, y nuestro reciente amigo e imprescindible interlocutor en foros como la ONU, la milenaria y sabia China.
La paciencia oriental antedata la bíblica de Job y la expansión mundial de la influencia china en el último medio siglo supera por mucho la estadounidense.
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Nuestra afinidad con Washington aconseja manejarnos con discreción ante el creciente enfrentamiento político y comercial entre ambas superpotencias; cuando combaten dos elefantes sufre la grama.
Por muchos motivos que huelga abundar, nuestra conveniencia es clara e inequívoca. Sin embargo, ante esa relación adversarial cuidémonos de pecar por exceso de entusiasmo en una u otra dirección. Ante ambos gigantes, aferrémonos a nuestra propia legalidad soberana.
Por ejemplo, el comercio local de negocios chinos debe ajustarse, como todos los demás, a nuestras leyes, normas y fiscalidad. Nos toca hacerlos cumplir sin impunidad ni evasión. Otra cuestión, más delicada y peligrosa, es la penetración de nuestras infraestructuras digitales, fundamentos de la seguridad, por chinos o gringos.
La pérdida en pocas horas de casi 20 % del valor bursátil de Nvidia por la irrupción de la inteligencia artificial china DeepSeek ilustra la magnitud del problema. Confiar sólo en Tatica sería un acto de fe. La legalidad, la inteligencia fría y la defensa de las libertades públicas, contrario a como operan las dictaduras, es nuestra mejor opción.
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