Tras el lustro convulso que siguió al ajusticiamiento de Trujillo y los doce años de Balaguer en que la izquierda más radical rehusaba adherirse a la legalidad democrática, la República Dominicana lleva más de medio siglo de incesante progreso en todos los sentidos.
Me da una sirimba cuando veo en la prensa alguna publicación dando cancha a un nieto del sátrapa que quiere ser presidente pese a estar impedido por múltiples razones.
Legalmente no cumple con las exigencias constitucionales sobre nacionalidad y residencia ya que es gringo y vive en Florida. Éticamente es pésimo aspirante pues en su país la justicia lo ha procesado por estafar a dominicanos que aportaron fondos a un partido inexistente y fueron esquilmados, aparte de otras fechorías reportadas.
Moralmente es incalificable que pretenda construir algún liderazgo político reivindicando la dictadura trujillista.
Se habla mucho de que pese al progreso material que hemos alcanzado nos falta mucha macana y eso quizás motive a los neotrujillistas. Pero las macanas necesarias son la Ley y una mejor conciencia cívica. Bajo ninguna excusa puede justificarse promover al trujillismo.