Neocolonización y genocidio étnico-cultural

Neocolonización y genocidio étnico-cultural

Neocolonización y genocidio étnico-cultural

Alex Ferreras

Cuando Colón pisó tierra americana, metió en la misma horma a la infinidad de lenguas y culturas representadas en los grupos aborígenes que encontró asentados a lo largo y ancho de América.

Con un bestiario medieval y una iconografía grecorromana como legado, hizo tabla rasa de todo lo que le dio en la cara en este continente. 

Unos cuantos siglos más tarde, sus descendientes espirituales, las grandes potencias europeas y norteamericanas, en una maniobra sin precedentes en la historia humana, buscan perpetrar un genocidio, esta vez étnico-cultural, al proyectar la fusión de los dos países que comparten la isla Hispaniola.

Resolverían de esa suerte el gravísimo problema de Haití a expensas de la RD, el primero, un país que no existe, pero que se vende cual superpotencia en su condición de víctima, por tanto, sin una solución a la vista; y el segundo, sin duda, un Estado inviable, mas no por eso les da pie a borrarla de un plumazo.

La MINUSTAH, que aspiraba salir de Haití en en 2014, tendrá que aplazar su evacuación para 2016, sencillamente porque sus planes para estabilizarlo social, económica y políticamente, no han surtido efecto; un tanto diferente a como sucedió en la RD en el 1924, fecha en que terminó la primera intervención oficial de los Estados Unidos en nuestro territorio tras haberlo ocupado por seis años.

Por lo que parece, de nada nos ha valido argumentar con todo el asidero que los dos países tienen lenguas, culturas, religiones y tradiciones distintas.

A los ojos de las potencias europeas y norteamericanas, con una visión rabiosamente neocolonialista, y ahora escudadas en la teoría neoliberal, y en su fetiche, la posmodernidad, dominicanos y haitianos somos iguales, apoyados en el color de la piel, visión limitada, esta, que es también socorrida en los círculos académicos e intelectuales de esos países.

De modo que soplan vientos para nada favorables para nuestro país, que de no moverse rápido para defenderse, mañana será muy tarde.

Y qué bueno que haya sido la sentencia 0168-13 el pretexto para despertar ese sentimiento nacional dormido, digamos que desde los tiempos de la guerra civil y patria de 1965, esta última, librada contra el mismo imperio que de nuevo quiere imponernos las reglas del juego contra nuestros auténticos intereses.

El mayor temor que abrigamos, sin embargo, es que semejante sentimiento, con un sistemático trabajo de cambio de percepción y de escamoteo de los valores patrios de las escuelas e instituciones públicas que se haya hecho, esté ya difuso.

El infierno siempre será el otro, parodiando a Sartre. Como parte de la batalla retórica que se libra en el país en torno al tema domínico-haitiano, se pretende acusarnos de nazistas, racistas, genocidas, antediluvianos y otras linduras, por haber tomado la decisión de regularizar los emigrantes indocumentados, cuando el verdadero nazismo, racismo, y genocidio al que se aspira es el de borrar a un pueblo como el dominicano que tiene todo el derecho de mirar al futuro, en su alteridad, con libertad, dignidad y esperanza.

Parejo arsenal retórico detrás de aquellos estigmas y etiquetas, les ha dado muy buenos resultados a los enemigos internos y externos de la RD, con los que se proponen dejar sin armas a los hijos que la defienden, sin ninguna condición ni reservas, desde sus más adentros.

Nos llega a la mente los tiempos del marxismo y su agenda internacionalista en los decenios de los sesenta y setenta, cuando era un verdadero suicidio pensar a contracorriente.



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