La construcción de un moderno estadio de béisbol, a la altura de los de Grandes Ligas, ha sido una aspiración que ha sostenido desde hace tiempo el presidente Luis Abinader, consciente del aporte económico y social que representa para la República Dominicana.
Los estadios donde se juega béisbol profesional son todos, excepto el Francisco Micheli, de La Romana, propiedad del Estado, que lamentablemente tiene que invertir todos los años millones en su rehabilitación.
Mientras eso sucede antes de cada torneo, los propietarios de los equipos, en escasos ocasiones aportan una “chilata” para mejorar un poco la realización de un espectáculo privado.
El presidente Abinader dijo en La Semanal celebrada el pasado lunes que su gobierno tiene máximo interés en que el país tenga a la mayor brevedad un estadio de ese nivel, pero lo supeditó a que en el proyecto también se involucre el sector privado.
Alguien sugirió ayer que esa instalación puede ser una realidad si una parte de los millones que se han recuperado del dinero y los bienes devueltos por las redes de corrupción a los bienes públicos.
Desde hace años los dueños de equipos de la Liga de Béisbol Profesional saben a la perfección que ya pasaron los tiempos en que el torneo de pelota era utilizado por sus promotores como una forma de presión bajo el alegado de que su realización garantizaba el mantenimiento de la “paz social”, durante los tres meses y pico de su desarrollo.
En la mayoría de los países los estadios son de propiedad privada, por lo que no es mucho pedir que quienes lo utilizan y les sacan beneficio económico, se “sacrifiquen”, ayudando al Estado a mantener esas obras en perfecto estado físico.
Honor a Felipe Rojas Alou
Felipe Rojas Alou, con sus 89 años cumplidos, es para mí uno de los atletas más respetables del país, tanto en el campo atlético como en su comportamiento como ciudadano.
El reconocimiento que el pasado lunes recibió del Instituto Duartiano, es más que merecido, debido a los logros como atleta y a su postura patriótica en momentos en que la soberanía del país ha estado en peligro.
Por eso, Felipe merece el reconocimiento de todos sus compatriotas, por sus logros dentro y fuera de los estadios.