Narrativa que se agota y se complejiza la política

Narrativa que se agota y se complejiza la política

Narrativa que se agota y  se complejiza la política

Periodista Luis García

No es de extrañar que las sociedades sean, inicialmente, indulgentes con las nuevas agrupaciones políticas que asumen el poder político, como el caso del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que dirige los destinos de la República Dominicana desde hace 16 meses.

Esa ha sido la razón fundamental por la que la narrativa gubernamental no haya tenido un contundente rechazo hasta el momento. Pero la cuestión es que nada dura para siempre, como versificó el extinto salsero Héctor Lavoe, y tal parece que esa indulgencia está llegando a su final.

El Ministerio Público y la Cámara de Cuentas, en apariencia, se han acompañado en un intento por judicializar la política; mientras la Junta Central Electoral (JCE) amenazó con sanciones en caso de campaña electoral anticipada, en obvia advertencia al líder opositor Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Estas actuaciones “institucionales” coinciden con las pretensiones del oficialismo de lograr condenas en los tribunales a supuestos corruptos, pero sin incluir a los suyos.

El escenario de la teatralidad mediática en la lucha contra la corrupción administrativa ha estado del lado de la gestión del presidente Luis Abinader. Papel estelar en ese sentido ha venido jugando el nuevo “bocinaje”, que se enseñorea en medios tradicionales y de plataformas digitales, gracias a que goza de buen respaldo publicitario estatal.

Los grandes problemas nacionales han desaparecido para el otrora fuerte movimiento Marcha Verde y los ecologistas que lucen silenciados. No se puede perder de vista que muchos de sus líderes han sido cooptados e incorporados a la administración pública.

Sin embargo, algunas protestas comenzaron a escenificarse en algunos puntos del territorio nacional durante este mes de diciembre, motivado en los incrementos en los precios de los combustibles y en productos de primera necesidad. El primer trimestre del próximo año 2022 podría marcar el fin de la indulgencia a la narrativa gubernamental, matizada por el adelanto de la dirigencia del PLD de que enfrentará los intentos de dañar laLuis Abinader. imagen de esa organización.

La configuración de un panorama de cierta agitación política y social complejizaría aún más el ejercicio de la actividad política en el país.

En un mundo cambiante, exigente y competitivo, el ejercicio de la política y del poder resulta complejo, en vista de que entraña una serie de desafíos prácticos que van desde lo sociopolítico a lo puramente ético. En el ensayo “La política como vocación”, el sociólogo alemán Max Weber los remarca como cuestiones verdaderamente serias, por lo que plantea que el abordaje debe corresponderse con ese nivel.

La actual administración gubernamental ha recurrido mucho al storytelling que, aunque no entra en el campo de una figura retórica de la discursiva política, forma parte de las técnicas a que recurren determinadas gestiones para agenciarse empatía con los gobernados.

Las empresas sacan provecho a esta técnica, desarrollando narraciones para sumar clientes. En el caso de la política no ocurre exactamente lo mismo, dada la complejidad de esta actividad: actores complejos, la dificultad de gobernar con economías deficitarias y la existencia de redes sociales que explotan situaciones que en cualquier momento puede erosionar las percepciones positivas logradas por un gobierno.

Y es en ese contexto que se iniciará el año 2022, en el que todo apunta a que no bastarán las narraciones de storytelling, sino que tendrá que dar paso al storydoing, que no consiste en contar cosas, sino en hacerlas.
Ante una narrativa que se agota y se complejiza más la actividad política, el Gobierno tendrá que emplearse al máximo para mantenerse en un aceptable posicionamiento en la percepción de la gente.



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