En un escenario de inestabilidad macroeconómica, con inflación alta, tipo de cambio volátil, tasas de interés ascendentes, poder de compra por el piso, recaudaciones fiscales por debajo de las metas, este país no viviría para contarlo en medio de un movimiento social exigiendo transparencia, freno a la corrupción y aplicación de consecuencias.
Estaríamos ante un coctel altamente explosivo, apocalíptico y caldo de cultivo para el caos con serias amenazas a la viabilidad de la República Dominicana como sociedad mínimamente organizada y a los fundamentos de la economía que se han mantenido sanos por un período más o menos extenso.
Expongo adrede este cuadro probabilístico, en el extremo del pesimismo, para llamar la atención sobre la importancia de velar porque la economía no se desencarrile y, de alguna manera, reivindicar la esencia del paradigmático eslogan de la campaña de Clinton que contribuyó con su llegada al poder: “Es la economía, estúpido”.
El actual es uno de los gobiernos de los últimos años que más protestas ha resistido sin derramamiento de sangre, con incidentes menores, pero la sociedad misma nunca había exhibido tan altos niveles de civismo al tomar las calles.
Esta conducta, evidenciada de ambos lados, podría atribuirse a la madurez política y social. Yo creo que, en parte, está vinculada con la estabilidad macroeconómica que permite protestar sin un telón de incertidumbre sobre la cotidianidad de cada ente social.
Debemos, pues, fortalecer la economía, evitar su caída y controlar a tiempo los factores de riesgo, sin olvidar que se necesitan recursos para cumplir con las tareas del desarrollo.
A veces me pregunto qué servicio hacen a esta causa los funcionarios que, con bombos y platillos –como si se tratase de un gran regalo- comunican al país que el Gobierno no contempla la realización de una reforma fiscal.
Nadie debería aplaudir eso. Se trata de una mala noticia que pudiera significar un alivio en el cortísimo plazo, pero más adelante un costo enorme para toda la sociedad, mucho peor que elevar dos o tres puntos la presión fiscal.
La vacuna dolorosa previene la enfermedad que pudiera ser catastrófica. Prefiero un pinchazo ahora y no el derribo total de mañana.