El mundo pasa, y sus deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
La vida es un momento, si este dura como un respiro, así recuerdo el transcurrir de mi vida. Pensamos que esta vida es permanente, que solo nos interesa en momento.
Hay algunas lecciones en la vida que son difíciles de aprender.
Jesús está enseñando una de estas lecciones en el texto de hoy, que se puede resumir con estas palabras: nada es permanente. Parar y pensar en ello. Nada en esta tierra, con la excepción de nuestras almas, va a durar para siempre.
No, Jesús no estaba deprimido. Estaba describiendo la vida. Nuestras almas son eternas.
El Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es eterno.
Dios vino al mundo a través de Jesucristo. Él trae consigo un mensaje eterno que nos dice que el mientras el pecado nos puede separar de Él, Él murió para quitar nuestros pecados, y restaurar la comunión con Él para siempre.
Si nosotros, en la fe, recibimos a Jesús como nuestro Salvador y Señor, vamos a vivir para siempre. si todos viviéramos este evangelio como Jesús vivía, realmente nuestra vida sería diferente.
Dice Eclesiastés: Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo…
Vivimos nuestra vida como que no acabará creemos que nuestra existencia será como la vida de Dios, que es eterna, el único eterno es Él. Medita en esta palabras… Nada es permanente.