Es mucho lo que se dice en la prensa diaria sobre el maltrato de hombres hacia mujeres, y son muchas las marchas organizadas por la sociedad civil para defender a las mujeres del brutal maltrato de hombres hostiles que abusando de su fortaleza física, o de su jerarquía laboral, someten a las mujeres a las peores humillaciones sociales.
Pero, y qué decir de aquellas mujeres que ayer, desde su posición de simples ciudadanas, fueron abanderadas de los derechos de las demás mujeres y reclamaban el mayor respeto para ellas y para las otras mujeres, pero que, sin embargo, tan pronto escalaron a un importante cargo institucional se olvidaron de su discurso anterior y comenzaron a maltratar y a humillar a las demás mujeres, olvidando que todo lo que sube tiene que bajar.
Y peor es saber que mujeres magistradas, que hoy son hostiles hacia las demás mujeres, ayer fueron duramente atacadas en los medios de comunicación por hombres que nunca las han aceptado para arbitrar procesos nacionales, y que ante tales maltratos públicos verbales, de hombres hostiles hacia ellas,fueron defendidas públicamente por mujeres que entendimos que era necesario defender el derecho de la mujer a ocupar importantes puestos en la administración pública, para que ellas nos representaran y nos ayudaran a subir junto a ellas la escalera institucional.
Fueron muchas las puertas que tocamos pidiendo apoyo y solidaridad para que llegaran a ser magistradas, y fruto de ese reiterado pedimento reconocidas voces del más alto nivel de credibilidad social apoyaron públicamente esas nominaciones y enfrentaron a sus detractores públicos, pero como no hay peor cuña que la del mismo árbol del género, hoy vemos que ellas atropellan y desconocen los derechos de las mujeres que llegamos a la institución arbitral primero que ellas y que desde allí, y desde fuera de allí,las defendimos para que hoy nos paguen con una ingratitud atlántica que da la razón a mi abuelo que siempre decía: “No esperes gratitud de las mujeres que ayudes a subir peldaños, porque desde arriba muchas de ellas te han de pagar con la ingratitud propia del ser humano”.
Cuando vemos a mujeres pisoteando a mujeres, y peor todavía, cuando vemos a nuevas magistradas pisoteando a funcionarias, es señal de que la violencia de género está a todos los niveles y en todos los lugares, porque muchas mujeres entendíamos que el trabajo de organización departamental y de proyección institucional merecía ser tomado en cuenta por mujeres y hombres que han dicho públicamente tener las mejores intenciones de proyectar a la institución que hoy dirigen como una institución organizada y digna de recibir la confianza y el apoyo del pueblo dominicano, pero vemos que, tal y como siempre se ha dicho a través de los medios de comunicación, en la administración pública lo que cuenta no es la capacidad profesional, ni es la lealtad al trabajo, ni es la vocación de servicio, ni es la organización departamental, ni es la eficiencia en el diario quehacer administrativo, ni es la proyección institucional, pues, por lo visto,en esta jungla política las cosas malas sólo se ven malas desde abajo, pero desde arriba el aire fresco hace que todo se vea tan bien que hasta atropellar mujeres les hace sentir muy bien.