La primera mujer minera de Tanzania, Pili Hussein, se disfrazó de hombre para poder bajar a la mina.
Pili Hussein quiso hacer fortuna buscando piedras preciosas, pero había un problema: no se permitía a las mujeres trabajar en las minas.
Es por eso que se hizo pasar por hombre engañando a sus colegas durante casi una década.
La mujer creció en el seno de una familia numerosa en Tanzania. Era una de los 38 hijos de un ganadero que tenía 6 mujeres y varias granjas.
Aunque no le faltó de nada, no recuerda su infancia con cariño.
«Mi padre me trataba como a un chico y tenía que cuidar del ganado, algo que no me gustaba», dice.
Pero su matrimonio fue todavía peor, y a los 31 años se escapó de las garras de su marido abusivo.
Durante su búsqueda de trabajo llegó a Mererani, un pequeño pueblo de Tanzania situado en las faldas del Kilimanjaro, la montaña más alta de África y el único lugar en el mundo donde se localizan unas piedras preciosas raras de color azul violáceo llamadas tanzanitas.
«No fui a la escuela por lo que no tenía muchas opciones», dice Pili.
«No se permitía a las mujeres trabajar en las minas por lo que entré disfrazada de hombre. Corté unos pantalones y me mostré como una persona fuerte. Eso es lo que hice».
Para completar la transformación también se cambió el nombre.
Actuaba como un gorila, podía luchar, usaba un lenguaje soez y llevaba un cuchillo grande como los guerreros Maasai
«Me llamaban tío Hussein. No le dije a nadie que mi nombre era Pili. Incluso ahora todavía me conocen como tío Hussein».
Pili trabajaba entre 10 y 12 horas al día excavando y tamizando en busca de gemas preciosas en el interior de túneles calurosos y sucios, algunos de los cuales se extendía cientos de metros por debajo de la superficie.
«Me adentraba 600 metros en la profundidad de la mina. Era más valiente que muchos de los otros mineros. Era muy fuerte y trabajaba como se esperaba que lo hiciera cualquier hombre«.
Pili asegura que nadie sospechaba que era una mujer.
«Actuaba como un gorila», explica.
«Podía luchar, tenía un lenguaje soez y llevaba un cuchillo grande como los guerreros Maasai. Nadie sabía que era una mujer porque todo lo que hacía lo hacía como un hombre».
Y alrededor de un año después se hizo rica al descubrir dos enormes concentraciones de tanzanita.
Con el dinero conseguido, construyó casas nuevas para su padre, su madre y su hermana gemela. Compró más herramientas y empezó a contratar mineros para que trabajaran para ella.
Su disfraz era tan convincente que sólo una circunstancia extraordinaria fue capaz de revelar su identidad verdadera.
Una mujer local denunció haber sido violada por un grupo de mineros y Pili fue detenida como sospechosa.
«Cuando vino la policía, los hombres que llevaron a cabo la violación dijeron: ‘Este hombre es el culpable’, y me llevaron detenida a la estación de policía», dice Pili.
No le quedó otra opción que revelar su secreto.
Pili pidió a la policía que buscaran una mujer para que le hiciera un examen físico a fin de demostrar que ella no era responsable de la violación. Poco después fue puesta en libertad.
Estoy orgullosa de lo que hice. Me hice rica, pero fue duro
Pero, incluso después de esto, sus colegas mineros no creían cómo pudo engañarles durante tanto tiempo.
«No se lo creyeron ni cuando la policía les confirmó que era una mujer»
«No les fue fácil aceptarlo hasta 2001 cuando me casé y empecé una familia».
Encontrar un marido cuando todos están acostumbrados a verte como un hombre no es fácil, pero al final Pili tuvo éxito.
«La pregunta en su cabeza (su marido) era, ‘¿Es realmente una mujer?’. Le costó cinco años acercarse a mí».
Hoy en día, Pili tiene su propia compañía minera con 70 trabajadores. Tres de sus empleados son mujeres, aunque trabajan de cocineras y no como mineras.
Ella dice que aunque en la actualidad hay más mujeres trabajando en la industria minera que cuando empezó ella, sólo unas pocas trabajan en las minas.
«Algunas mujeres limpian las piedras, otras cocinan, pero no se adentran en las minas. No es fácil conseguir que las mujeres hagan lo que yo hice«, señala Pili.
Su éxito le ha permitido pagar la educación de más de 30 sobrinos, sobrinas y nietos. Pero a pesar de esto, ella dice que no animaría a su hija a seguir sus pasos.
«Estoy orgullosa de lo que hice. Me ha hecho rica pero fue difícil», dice.
«Quiero asegurarme que mi hija va a la escuela, que recibe una educación y pueda dirigir su vida de forma diferente, lejos de lo que yo experimenté»