Santo Domingo.- En las tempestades no se inmuta y actúa como una capitana que sabe ver el horizonte claro más allá del ímpetu de furiosas olas que golpean la nave. Ha tenido pérdidas y no “baja el moco”. Días grises, así como días de mucho sol.
Daysi Acevedo se llama, pero el pueblo y clientes le han dado por llamarla La Chupy. Es una mujer emprendedora, trabajadora como un buey, salida de la pobreza inquietante del Barrio Capotillo, donde “los tígueres” la utilizaban para apagar las bombas en las históricas protestas del barrio.
Ha vendido verduras en el Mercado Nuevo de la Duarte, para lo cual se levantaba a las 3.00 de la madrugada todos los días; ha sido mesera, vendedora en “VillaCom”, niñera, empleada doméstica y una vez emprendió un negocio de fonda doblegado más tarde por números que no daban.
Esta mujer, de 41 años, curtida su piel y su mirada en las calles de Santo Domingo, recorría hasta hace poco 15 kilómetros diarios con un pesado carrito cargado de hielo, botellas y los sabores de sus frío-frío.
Se dedica a rescatar el tradicional y típico frío-frío, para lo cual ha puesto marca. Sus carritos llevan la marca Chupirul y Raspillao, pero el pueblo llano le ha puesto Los Chupy. Los mueve en el malecón y entre los sectores del Distrito Nacional. Y ahora va por más.
Desde hace varios meses sus típicos y vistosos carros y triciclos están en las ferias de los parques, de clubes de clase media de colegios y otros escenarios. Empezó con uno y ya tiene 6 y su emprendimiento lo desarrolla en Ciudad Nueva.
“Soy de Capotillo, un barrio de gente trabajadora. Aprendí allí a ganarme la vida y eso hago; tengo que mantener dos hijos como madre soltera, no puedo dar tregua”, comentó Daysi Acevedo, quien ofrece su WhatsApp para los que quieren contratar sus carritos para eventos (809 998-8895) y Instagram @chupirulyraspillao
Explica que su enfoque está en rescatar la refrescante bebida que por años han consumido los dominicanos y dominicanas, pero de una forma diferente, con carritos rodantes, productos elaborados con los debidos protocolos de higiene y promoviendo las costumbres dominicanas.
“Creo en esto y creo que la mujer puede”, asegura esta gladiadora que no le teme al sol, a la falta de apoyo financiero ni a las caídas de los días de lluvia.
