Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios, agradándole con temor y reverencia. Hebreos 12:28:
Siempre que despierto en las mañanas, mi primer pensamiento se dirige hacia Dios para agradecer por el nuevo día, una oportunidad más de poder compartir con los que el Señor me ha regalado como familia, mis amigos y relacionados, de ver la maravilla de su creación, estampada en la diversidad de colores que ilumina nuestro escenario: el cielo y el firmamento, el verde que nos regala la tierra que en su mayoría nos produce alimento y añade color a sus frutos y flores, con una autenticidad que nos deja extasiado, esto son solo algunas de las maravillas de lo creado y por lo que debemos agradecer-
De seguro que en este plano de la vida no tenemos todo lo que queremos, unos tienen más, otros menos, pero si lo suficiente para poder agradecer, si la llevamos de la mano con Dios.
El reconocimiento de la supremacía, magnificencia y poderío de Dios no añade tristeza, ni sentido de servidumbre el hacer su voluntad, tampoco nos genera pequeñez, es parte de agradecerle.
Hemos recibido, mediante Jesucristo, la herencia de un reino inconmovible, por lo que la gratitud debe ser nuestro norte cada segundo de nuestra existencia en este primer plano, y es que, por más difícil que nuestra vida sea, por más pruebas, enfermedades, carencias, que pudiéramos tener, ¨la historia no es como comienza, sino como termina¨ y Dios nos lo ha prometido, «Cosas que ojo no vio ni oído oyó, son las que Jesús ha preparado para nosotros, si por fe, hemos aceptado ser parte de ella».
Seamos agradecidos haciendo la voluntad de Dios, disfrutemos cada oportunidad de vivir para agradarle, que todo lo honesto, todo lo justo, todo lo que sea de buen nombre, hacia allá podamos dirigirnos.
Que nuestros labios se abran para bendecir, para sonreír, para cambiar vidas, señores, el mundo espiritual es tan amplio y profundo que nuestra mente finita no puede aquilatarlo, pero es real y en Él reina soberano, nuestro Dios y hacia él nos dirigimos.
Sembremos en esta tierra para cosechar allá en el cielo, por más que trabajemos para acumular tesoros perecederos aquí, tendremos que dejarlo todo y no sabemos cuándo, entonces, seamos vanguardistas y futuristas, dando gracias al todopoderoso Dios por lo que nos da cada día y por lo que nos espera cuando terminemos nuestro propósito aquí.
Seamos agradecidos con Dios, proclamemos y alabemos su poderoso nombre.