Desde la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial en 1945, se han pronunciado millones discursos, la mayoría fallidos, porque sus medidas siempre favorecen y ejecutan lo que determinan las naciones poderosas, que incluso tienen el poder del veto.
Dentro de ese contexto, los países 195 miembros que tiene en la actualidad, solo han recibido migajas siempre que los que ofrecen la “ayuda”, también salgan altamente beneficiados de una u otra manera.
Es por eso que me llama la atención que entidades no afiliadas a la ONU, y que a pesar de estar muchos de sus miembros directivos en actos de corrupción, han estado tratado en los últimos dos años, de limpiar esa imagen con proyectos que benefician a millones en países subdesarrollados (atrasados).
Por ello, me llama poderosamente la atención el plan que anuncia la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), de otorgarle balones de fútbol a 700 millones de niños de primaria, la mayoría nativos en las naciones más pobres o remotas del mundo.
Si bien es una forma de fomentar la practica de esa disciplina, la que más popular del mundo al mismo tiempo es una muestra de preocupación por mejorar en todos los sentidos.
Aunque no en la misma dimensión, la NBA inició desde hace un tiempo programas de desarrollo que han sido bastante exitosos, al punto que hoy juegan en las máximas categorías, atletas de todas partes del mundo.
Ojalá las demás disciplinas imiten a la FIFA y la NBA, y no pase como ocurre en la ONU, donde todo lo decide el grupo poderoso con derecho al veto. Así no se vale.
RADARES.-El pasado sábado, el boxeador dominicano Braulio Rodríguez , conocido como el “Chavo”, ofreció un espectáculo deprimente en la pelea semi estelar del programa donde Jack Paul se enfrentó a Anderson Silva en el Madison. Parecía un desquiciado que no soportó ni dos minutos del primer asalto.
Una lástima que esto suceda en el mejor momento del boxeo dominicano… El pasado domingo asistí a un homenaje de la directiva del Licey, al inmortal Tomás Troncoso, en que se reinauguró la cabina de transmisión del equipo en el Séptimo Cielo del Estadio Quisqueya. Un acto sencillo pero bastante emotivo y con mucho calor humano.