El enfermo más necio es el que no se lleva de la ciencia. Algo similar sucede con ciertos aspectos del gobierno.
La persecución de la corrupción, tras la intensa campaña contra un PLD que pintaron como una asociación de malhechores (excepto los transfugados a la FUPU), y el cambio de caras, junto con buenas iniciativas en algunas áreas del gobierno, han disparado la popularidad de Abinader a las nubes.
Lo único malo de eso, como le pasó a su antecesor, es que mientras más alto llegue más duro se da al caer.
Y si no corrige oportunamente el exceso de farandulismo y levedad mediática de sus comunicaciones, esa popularidad tan útil políticamente puede explotar como pompa de jabón.
Lo último es un tuit de la jefe de prensa presidencial: “A nuestros amigos de los medios, principales aliados, pedimos que nos sigan acompañando ofreciendo solo información oficial”. Pese a toda su alegada arrogancia, el PLD nunca se atrevió a tanto.
Doble gerundio aparte, ¿realmente creen que producen otro programa chévere? ¡Revive, Nemencio!