Moral y cívica

Nos saldrá muy caro que la sociedad y las autoridades se desentiendan del desmadre de ilícitos, chantajes y extorsiones flagrantes, vulgaridades e immoralidad en redes y medios, similares al atrabanco del tránsito.
La crianza silvestre en familias carenciadas (no sólo dinerariamente) difícilmente propende al civismo, el comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública.
El único remedio conocido para esta epidemia de falta de civismo es la legalidad sin contemplaciones. Lo que llamo macana legal subsana tardíamente la falta de educación y buenas formas.
Este corrosivo mal social tiene en la contemporización a su mejor aliado.
Hostos resaltó la diferencia entre la instrucción, impartida en un aula, y la educación, aprendida en el hogar con prédicas y ejemplos.
Sin educación no hay civismo ni cortesía ni decencia posibles. Esa carencia, sumada a la impunemente deficiente labor de los maestros de la ADP en escuelas públicas, afecta toda la vida en comunidad de los dominicanos, especialmente en las vías públicas, los medios y redes.
La raíz del caos es la ilegalidad impune y flagrante que imponen los pseudo-comunicadores, falsos sindicatos de transportistas y similares vividores.
Asesinan honras y reputaciones, no respetan semáforos ni agentes de tránsito, corrompen autoridades, reciben publicidad oficial o subsidios ilegítimos e incumplen obligaciones fiscales.
En resumen: absoluta barbarie y pésima educación, sólo corregible con implacable macana legal. Sin instrucción y educación no hay civismo posible; ni corrección tardía sin las consecuencias de violar la ley.
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