El próximo viernes 21 de diciembre se cumplen 507 años del histórico y vibrante Sermón de Adviento, pronunciado por Antonio de Montesinos en 1511. Ese sermón fue el primer grito contra la opresión en América y particularmente en la isla bautizada por los conquistadores como la “Española”.
Con el inicio del dominio español fue impuesto en la “Española” el Régimen de las Encomiendas, que implicó la repartición de una determinada cantidad de originarios de la isla a fin de que trabajaran al servicio de un “encomendero”, quien lo dotaría del mínimo imprescindible para asegurar su sobrevivencia.
Este régimen supuso una modalidad de relación económica y social supremamente injusta, en que el nativo tenía la condición de objeto de propiedad. Esto contribuyó a diezmar rápidamente la población aborigen.
Aunque han transcurrido más de 500 años desde el grito de adviento en favor de los derechos humanos en nuestra isla y en el continente, su vigencia se mantiene. Importantes causas que lo originaron están ahí, apenas retocadas. Hoy en la República Dominicana hay una serie de hechos que lo evidencian.
Una muestra: los actos de desalojos de más de 60 familias en el barrio de Villa Guerrero, en El Seybo, hace ya varios meses, con el propósito de extender las tierras destinadas a plantaciones cañeras de la compañía Central Romana Corporation.
Los desalojos que se produjeron al filo de una tormentosa madrugada significaron el derribo de las casas de familias en condiciones de precariedad extrema y el griterío de decenas de niños y niñas con los que no se tuvo ningún tipo de compasión.
Por suerte, ahora, como en tiempos de siglos pasados, han surgido voces para protestar los señalados desalojos. Voces de sacerdotes de la comunidad dominica de la que fue parte el mismo que produjo el discurso antiopresivo de inicios del siglo XVI.
Estos sacerdotes radicados en El Seybo han elevado su voz de protesta contra la acción auspiciada por el señalado central azucarero, tanto en instancias nacionales como internacionales, como lo es la alta comisión de derechos humanos de la Organización de Naciones Unidas. Otras voces también se han manifestado contra los brutales desalojos referidos.
Estas han sido las correspondientes a pastores evangélicos localizados en dicha provincia del este.
Frente a esta abominable situación, y en ocasión de este nuevo aniversario, se hace necesario expresar la más firme solidaridad con quienes libran una lucha tan desigual.
Se hace imperioso que todas las organizaciones sensibles y de derechos humanos de nuestro país den su apoyo a las poblaciones desalojadas y a los que han asumido su causa, a fin de que sus voces no deriven en simple grito de los que “claman en el desierto”.