En nuestra columna anterior de la semana pasada planteamos la evolución del dólar estadounidense como la moneda global que domina el intercambio comercial, las reservas y la convertibilidad a nivel global. Hoy en día ello ha sido posible por la fuerza de la economía de EE. UU., su incidencia a nivel mundial y la fuerza y disciplina de sus instituciones. Estos principios se han venido debilitando con los años y van surgiendo poderosas economías como la China o la India que cuestionan esta hegemonía.
El más reciente intento por destronar el dólar han sido los acuerdos entre Brasil y China para realizar sus intercambios comerciales en yuanes, moneda oficial de la República Popular China, a instancias del Brasil. Pero este no es el único intento. Recientemente el presidente Lula de Silva también propuso crear el ‘sur’, moneda común entre Argentina y Brasil, como antesala de una moneda común latinoamericana.
Esa iniciativa se abocó casi inmediatamente al fracaso debido a la enorme inestabilidad cíclica que vive Argentina. En la actualidad ese país experimenta una inflación cercana al 100 %, con gran incertidumbre política y debilitamiento de sus instituciones.
Esta situación socioeconómica bien podría contagiar aún más la economía brasileña y otros países que se unirían, ya que primero hay que poner y sostener el país en orden y estabilidad antes de pensar en la creación de esta unidad de cambio monetaria.
El Fondo Monetario Internacional viene estudiando el tema de una moneda global con gran consistencia a lo largo de los últimos años. Las conclusiones principales cada vez que se estudia el tema es que para que cualquier moneda quisiera competir o remplazar al dólar debe regirse por un sistema de reglas claras y transparentes al igual que poder constituirse en unidad de libre movimiento de capitales.
Por estas razones las amenazas que surgen por desplazar el dólar hasta ahora lucen inciertas e improbable. Ni China, donde impera un control del capital, ni Brasil que vive ciclos enormes de inestabilidad, representan por ahora una amenaza real de remplazar al dólar estadounidense como moneda global.