Días antes de morir mi compañero y amigo Monchi Rodriguez, le fui a visitar aprovechando la renovación del pasaporte de uno de mis hijos, y encontré una buena organización y coordinación del trabajo en la dirección, donde advertí el buen manejo de los recursos humanos con una muy buena calidad profesional, y la agitación con que transcurrían sus días para cumplir con sus obligaciones gubernamentales y políticas, sin dejar de lado la social y familiar.
Como todos se lo imaginan, lo primero que hacemos es hablar de política y sobre todo de lo que nos preocupa, la unidad del partido. Del legado que dejó Juan Bosch a la sociedad para construir la nación que nos merecemos paso a paso en beneficio de todos sus hijos, sin importar bandería política, religión ni raza.
Pues bien, ante una pregunta sobre la situación del partido me externó una preocupación que antes no había advertido de la forma en que me lo planteó, sobre la dificultad de aplicar mi idea ingenua, utópica de que la solución a la candidatura para 2020 estaba en las manos del presidente del partido Leonel Fernández y el presidente Danilo Medina, cabeza de los grupos más fuerte dentro del peledeísmo.
Todos saben que no estoy de acuerdo en que el presidente busque una tercera repostulación, pero tampoco que volvamos atrás con Leonel Fernández, que ellos dos pueden señalar el candidato ideal que con su apoyo y orientación podríamos hacer las grandes transformaciones sociales que aun no hemos podido hacer y serían los protagonistas por la historia de muchos años de nación, y evitarles a este país y a ellos mismos muchos dolores de cabeza.
La respuesta de mi amigo y compañero Monchi fue que esa era una idea muy bonita, pero la dificultad mayor era lo que para Monchi constituía la situación más complicada, que son los grupos de intereses que se han prohijados alrededor de ambos líderes del partido (PLD), que al tener intereses económicos contrapuestos impiden que ambos líderes tengan libre albedrío para enarbolar las mejores ideas de unidad política.
No tenemos contradicciones ideológicas.
El último deseo ante mí de Monchi fue que lleváramos los servicios de Cooperativa Mano Solidaria a la ciudad de Santiago. Eso tal vez si es posible, para quedarme con parte de la utopía.