A los personajes sobresalientes de la Historia se le atribuyen grandilocuentes expresiones que en muchos casos no corresponden a la realidad.
Sin pretender restarles méritos a los susodichos hombres y mujeres extraordinarios, lo mas lógico sería pensar que la mayoría de las veces los sujetos en cuestión usaron palabras comunes y corrientes para expresar sus ideas.
“El Estado soy yo” (Luis XIV de Francia); “Vine, vi y vencí” (Julio César); “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro” (Diógenes); “¡Mejor! Así pelearemos a la sombra” (Jerges, en Las Termópilas); “Necesito pocas cosas, y las cosas que necesito, las necesito poco” (Francisco de Asís)”…
Son éstas solamente una muestra de la sabiduría y la entereza de seres excepcionales que nos precedieron y que aunque sus palabras no fueran exactamente como las recogió la Historia, nos dejaron su ejemplo para que les imitemos en su accionar.
¿Qué podemos decir y hacer, por ejemplo en este momento difícil que atravesamos enfrentando la furia del huracán Matthew? Sería buena idea imitar a Simón Bolívar cuando dijo, subido en su brioso caballo frente a los Andes en medio de una tormenta: “Si hasta la Naturaleza se opone, pelearemos también contra ella”…
Efectivamente, lo que nos toca ahora es unirnos para reparar los daños causados por el ciclón y acudir con generosidad a ayudar a aquellos que fueron golpeados por el huracán. Porque para seguir con los chismes políticos que nos consumen, habrá tiempo después.