HARARE. – Emmerson Mnangagwa regresó el miércoles a Zimbabue, con el camino allanado para asumir la presidencia tras el fin del régimen de Robert Mugabe, y aseguró que el país «está en los albores de una nueva democracia».
«Hago un llamado a la gente genuina de Zimbabue para unirse», dijo Mnangagwa. «Todos somos zimbabuenses… necesitamos paz en nuestro país y empleos, empleos, empleos». Estas palabras fueron escuchadas por un entusiasta grupo de seguidores frente a la sede del partido gobernante ZANU-PF.
La crisis económica del país ayudó a la caída de Mugabe, quien gobernó por 37 años pero dejó el cargo abruptamente en medio de un proceso de impugnación. Mnangagwa dijo que estaba en contacto constante con líderes militares durante las tumultuosas dos semanas entre su despido por parte de Mugabe y su regreso al país como nuevo líder.
Elogió al ejército y comandante Constantino Chiwenga «quienes han sido capaces de mantener muy pacífico este proceso».
Al hablar con su esposa Auxilia a su lado, Mnangagwa estuvo rodeado de dos círculos de agentes de seguridad, quienes parecían estar en alerta ante cualquier amenaza.
Mnangagwa, de 75 años, estaba en Sudáfrica y allí se reunió con el presidente sudafricano Jacob Zuma antes de regresar a Zimbabue. Será juramentado presidente el viernes.
Para regresar a Zimbabue Mnangagwa abordó un avión en el aeropuerto Lanseria de Johannesburgo. Llegó a la Base Aérea Manyame en Harare, la capital, donde se congregó una multitud entre cánticos y aplausos.
Algunos manifestantes portaban carteles con fotos de Mnangagwa y leyendas impresas, lo que indica un alto nivel de organización detrás del júbilo. Los carteles rezaban «Bienvenido de regreso, héroe nuestro» y «Cumpliendo tu palabra, has regresado. Bienvenido».
La base aérea es adyacente al aeropuerto internacional de Harare. Los zimbabuenses, aún estupefactos por la renuncia de Mugabe, cantaron y bailaron en las calles de Harare hasta avanzada la noche, emocionados por la caída de un líder que parecía tan prometedor al final del régimen de minoría blanca en los 80, pero que en los últimos años presidió el derrumbe de la economía, la disfunción del gobierno y violaciones de los derechos humanos.
Ahora los reflectores se enfocan en Mnangagwa, durante años el lugarteniente de Mugabe, que fue desplazado a principios de mes para que la impopular primera dama Grace Mugabe ocupara su puesto y sucediera a su esposo.
Mnangagwa huyó del país, diciendo que su vida corría peligro. Eso condujo a la intervención militar hace una semana, la que abrió la puerta al vuelco del partido gobernante y el pueblo contra el presidente. No estaba claro qué sucedería con el matrimonio Mugabe.
El ahora ex presidente, el jefe de estado más anciano del mundo, dijo en su carta de renuncia que se debían iniciar los procedimientos legales para juramentar a un nuevo mandatario «mañana a más tardar».
En el primer día sin Mugabe en el poder luego de 37 años, los zimbabuenses, algunos con la resaca de la noche anterior, se encontraron con titulares tales como «Adiós Bob y Ta-ta Presidente».