«La gente se cree que en nuestras camas cocemos o tejemos». Es la respuesta de Claudia Castrosín ante lo que parece una invisibilidad sobre los riesgos de contagio de enfermedades de transmisión sexual entre lesbianas.
Recientemente un caso de contagio de VIH, el virus que produce el sida, entre mujeres de Estados Unidos dio la vuelta al mundo. Una paciente de 46 años «probablemente» adquirió el virus durante los seis meses de relación monógama con una mujer de 43 que ya era seropositiva.
Según el Centro para el Control de Enfermedades en EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), los análisis corroboraron que la cepa del virus de la infectada coincidía genéticamente en un 98% con la de su compañera.
Lo que indica que el contagio se debió a prácticas sexuales.
Pero a Castrosín, vicepresidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FALGBT), no le sorprende la noticia.
«Desde hace muchos años que impulsamos campañas para visibilizar lo que nos pasa», le dice a BBC Mundo. «Pero hay una total discriminación de nuestras prácticas sexuales».
Pero, ¿por qué la noticia tuvo tanta resonancia?
«A nivel epidemiológico, son pocos los datos sobre ETS entre mujeres que mantienen relaciones sólo con mujeres», le explica a BBC Mundo el doctor Álvaro Vives Suñe, responsable de la unidad de transmisión sexual de la Fundación Puigvert, en España.
¿Cuánto se sabe?
Y por otro lado está la desinformación -no sólo entre lesbianas sino entre el personal sanitario- sobre los riesgos que puede haber en el sexo sin protección.
«(En el caso del contagio de VIH) el problema fue el médico que las atendió al principio. No les dio una educación sanitaria, porque tenía que haberles dicho que existía la posibilidad de transmisión», señala Vives, quien advierte sobre el peligroso coctel entre lo que las personas pueden conseguir en internet y la mala información que pueden dar los profesionales de la salud.
«A veces no damos la información correctamente. No explicamos las vías de transmisión y los riesgos, y eso hace que la gente se relaje», agrega.
Uno de los pocos estudios sobre ETS entre mujeres homosexuales -realizado en EE.UU. y publicado en 2005 en la revista Perspectives on Sexual and Reproductive Health- indica que muchas de las participantes expresaron la percepción de que las lesbianas no necesitan utilizar preservativos porque no hay riesgo de embarazo o de ETS.
«Somos chicas, y sabemos que las ETS sólo se transmiten de hombre a mujer. Eso es lo que nos han dicho, que dos mujeres están seguras… Eso es lo que he escuchado, así que no piensas en ello, no piensas en el hecho de que puedes contagiar», dijo una mujer veinteañera que participó en el estudio.
Si bien una buena cantidad de participantes informó haber tenido vaginosis bacteriana, todas estuvieron de acuerdo en la falta de información que hay entre las lesbianas.
Esa situación no es ajena en Argentina.
«La falta de información de nuestra prácticas resulta que las lesbianas no toman en cuenta que pueden transmitir VIH», advierte Claudia Castrosín. «Pareciera que porque no hay un falo de por medio, no hay ningún inconveniente, y la verdad es que algunas de nuestras prácticas sexuales son riesgosas».
Poco riesgo no es cero riesgo
Desde España, el doctor Álvaro Vives aclara que si bien el colectivo de lesbiana es el grupo menos afectado de ETS, no quiere decir que estén exentas de riesgo.
«Hay que tener presente que hay infecciones que se transmiten por contacto y otras por fluidos», explica. «En las que se transmiten por fluidos, la incidencia es menor: como puede ser la hepatitis B, el VIH, la clamidia o la gonorrea».
Pero agrega que las que se transmiten por contacto, como el herpes, el virus de papiloma humano o la sífilis, aunque no haya penetración, sí puede haber contagio. «Sólo que haya contacto de piel infectada con piel infectada, la transmisión ya puede existir».
«Luego hay prácticas sexuales como el fisting (introducción del puño por vía anal o vaginal), o cosas más agresivas, donde hay sangrado. Y también está el uso de dildos (consoladores), vibradores y otros juguetes donde no se utiliza preservativo», aclara. «Y estos pueden ser vectores de transmisión de hepatitis B, gonorrea, clamidia e incluso VIH».
«Hay una práctica sexual que es cuando ambas mujeres tienen la menstruación», cuenta Castrosín. «Y esto es sangre con sangre. ¿Más riesgoso que eso? Que alguien me lo explique».
El doctor Vives dice que las recomendaciones de prevención para otros grupos, ya sea heterosexuales, hombres homosexuales, jóvenes o bisexuales se aplica para las lesbianas.
«Lo mismo que las heterosexuales, cuando tienes una nueva pareja, hay que hacerse un examen de ETS», señala. «Yo no sé qué manía hay de no revisarse».
Preguntas «cerradas»
Quizás uno de los problemas que hay en no acudir a una consulta se deba a que -según Claudia Castrosín- todavía hay un tabú en lo que respecta a las prácticas sexuales entre mujeres y a la forma en que son atendidas por los profesionales.
«Cuando entras a una consulta ginecológica, inmediatamente la persona que te atiende, la lectura que hace, es que eres heterosexual».
Castrosín sugiere que hay que cambiar las preguntas para que den pie a otro tipo de preguntas. «Si son unas cerradas que claramente marcan una visión heterosexual, muy probablemente la chica no dirá nada».
Esto, sin embargo, no debería ser una excusa para no ir al ginecólogo o a un centro, si lo hay en ese país, de prevención de ETS.
«Lo normal sería que si tengo una pareja nueva, utilice el preservativo durante un tiempo y luego -si decidiera que lo quiero dejar de usar- me haga un chequeo», explica el especialista.
Álvaro Vives continúa diciendo que por otro lado hay determinadas prácticas en las que hay que usar preservativo.
«Por ejemplo, el uso del vibrador. Cada vez que se intercambia, hay que cambiar el condón. Y si (el sexo) es vaginal, anal u oral, también hay que cambiarlo, y esto es una práctica que no se hace».
En el caso de la lesbiana en EE.UU., cuya pareja le contagió el VIH, no utilizaron preservativo o cualquier otro tipo de barrera para protegerse.