CHERNÍHIV, Ucrania.-Un ataque con misiles contra una estación de tren atestada de gente en la ciudad oriental ucraniana de Kramatorsk mató el viernes a casi 40 personas, informaron las autoridades, mientras los hospitales locales se veían abrumados por la afluencia de heridos.
El gobernador regional de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, dijo que 39 personas murieron en el ataque. Las autoridades ucranianas habían calculado anteriormente que la cifra era de unas 30 personas. Los funcionarios cifraron el número de heridos entre 87 y 300. Horas después de informar que las tropas ucranianas habían encontrado escenas brutales en un asentamiento al norte de Kiev, el presidente Volodymyr Zelenskyy dijo que había “miles” de personas en la estación en Kramatorsk, una ciudad de la región de Donetsk, en el este, cuando cayó el misil.
Zelenskyy acompañó un mensaje en redes sociales con fotos que mostraban un vagón de tren con ventanillas rotas, maletas abandonadas y cuerpos tendidos en lo que parecía ser una zona de espera exterior. Más de 100 personas resultaron heridas, según las autoridades. “Los rusos inhumanos no cambian sus métodos. Sin la fuerza ni el valor para enfrentarnos en el campo de batalla, destruyen cínicamente la población civil”, dijo el presidente.
“Esto es un mal sin límites. Y si no se lo castiga, jamás se detendrá. El alcalde de Kramatorsk, Oleksandr Goncharenko, dijo a la televisión ucraniana que entre 30 y 40 cirujanos estaban atendiendo a los heridos y que los hospitales no podían hacer frente al repentino aumento de admitidos.
La fiscalía general de Ucrania dijo que alrededor de 4.000 civiles estaban en la estación y sus alrededores, la mayoría de ellos mujeres y niños.
El gobierno ucraniano ha estado pidiendo a la gente que abandone la zona ante una esperada nueva ofensiva de las fuerzas rusas. Las autoridades ucranianas dijeron que habían acordado con Rusia crear varias rutas de evacuación en el este.
Los separatistas respaldados por Rusia controlan parte de la región de Donestsk, pero Kramatorsk permanece bajo el control del gobierno ucraniano. Tras fracasar en su intento de tomar la capital, Rusia se ha enfocado en el Donbás, una región industrial de mayoría rusófona en el este de Ucrania, donde rebeldes respaldados por Moscú combaten a las fuerzas ucranianas desde hace años y controlan algunas zonas.
Los gobernantes ucranianos pronosticaron que habrá más hallazgos macabros en ciudades y poblaciones recuperadas a medida que los soldados rusos se retiran para concentrarse en el este de Ucrania.
En su discurso nocturno, Zelenskyy pronosticó que habría más hallazgos macabros en poblaciones del norte de las que se retiraron los rusos para concentrarse en el este.
El mandatario advirtió que en la ciudad norteña de Borodianka, a apenas 30 kilómetros al noroeste de Bucha, podría haber aún más fallecidos al señalar que “allí es mucho más horrible”.
Las autoridades ucranianas dijeron a principios de semana que en los alrededores de Kiev se habían encontrado 410 civiles muertos. Los voluntarios llevan días recopilando cadáveres, y el jueves retiraron más de Bucha. En la ciudad portuaria de Mariúpol, en el sur, las autoridades esperan encontrar prácticamente el mismo escenario.
“La misma crueldad, los mismos crímenes terribles”, afirmó Zelenskyy. Varios líderes ucranianos y occidentales han atribuido las masacres a las tropas de Moscú. El semanario alemán Der Spiegel reportó que la agencia de inteligencia extranjera de Alemania interceptó mensajes de radio entre soldados rusos que hablaban de los asesinatos de civiles. Rusia afirma sin pruebas que las escenas de Bucha son un montaje.
La invasión rusa, que dura ya seis semanas, no logró tomar Kiev rápidamente y lograr lo que, según los países occidentales, era el objetivo inicial del presidente Vladimir Putin: derrocar al gobierno. A raíz de ese fracaso y de las grandes pérdidas, Rusia cambió su enfoque al Donbás, una región industrial mayoritariamente rusófona del este del país donde los rebeldes separatistas, que cuentan con el apoyo de Moscú, combaten desde hace ocho años a las tropas estatales.
El jueves, un día después de que las fuerzas rusas empezaran a bombardear su aldea en la región sureña de Mikolaiv, Sergei Dubovienko, de 52 años, puso rumbo al norte en su pequeño Lada azul acompañado por su esposa y su suegra. Llegaron a Bashtanka, donde encontraron alojamiento temporal en una iglesia. “Empezaron a destruir las casas y todo lo demás” in Pavlo-Marianovka, contó. “Entonces, los tanques aparecieron desde el bosque.
Pensamos que por la mañana volverían a bombardear, así que decidí irme”. Cientos de personas han huido de las aldeas de las regiones de Mikolaiv y Jersón que están bajo ataque u ocupadas por los rusos. Naciones Unidas calcula que la guerra ha dejado al menos 6,5 millones de desplazados internos.
Su agencia para los refugiados, ACNUR, dijo que más de cuatro millones de personas han escapado del país desde el inicio del operativo ruso el 24 de febrero, en la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La Organización Internacional para las Migraciones, que hace un seguimiento no solo de los refugiados sino de todas las personas que se ven obligadas a dejar sus hogares, calcula que más de 12 millones de personas están varadas en zonas bajo ataque.